sábado, 5 de agosto de 2006

Vacaciones en casa


Salir se ha convertido en una moda, no se tienen vacaciones si no se viaja a algún lugar. Hay que tener un montón de fotos o varios videos con el escenario del verano. La vuelta al trabajo traerá de modo inevitable los mismos comentarios: ¿Dónde has estado?. Y así una vez más, si tus posibilidades económicas o tus circunstancias no permiten el éxodo, terminas por aborrecer la vuelta al trabajo. Es que no tengo nada que contar, te reprochas de modo lastimoso. Y sin embargo ¡han pasado tantas cosas!. Los días, cada uno con sus veinticuatro horas, son una sucesión de situaciones previstas e imprevistas. Todos tienen algo especial, basta con fijarse, con mirar de otro modo.
En esta primera quincena del mes de agosto, cuando las ciudades quedan medio desiertas, pasear temprano es descubrir un nuevo y maravilloso universo de sensaciones. Caminar orando por la senda del asfalto, aspirar lentamente el perfume de las flores con olor a madrugada, revitaliza el espíritu. El tiempo tiene otra medida porque no importan las horas. Al menos, no del mismo modo que durante el resto del año.
Lo mismo sucede si vas a la playa o a la piscina, elegir las primeras horas permite la posibilidad de un baño sin miradas, una arena sin toallas, un sol sin necesidad de sombrilla. Y justo cuando comienza a llegar el personal, próximo ya el mediodía, conviene abandonar el lugar. La gente sigue por costumbre o necesidad exponiéndose al sol en las horas más peligrosas. Los hay que prefieren extender su toalla rodeados de cabezas, pies y cuerpos, luchando por un territorio de arena acotado por los vecinos.
Cualquier verano en cualquier ciudad tiene su encanto, sobre todo durante el mes de julio donde los espectáculos al aire libre son apetecidos por todos. El cine de verano vuelve, como todos los años, con el olor inevitable de los bocadillos y las bebidas, con el acompañamiento del ruido de las palomitas que además se convierten en la banda sonora de la película.
Así día tras día, vamos agotando el periodo de descanso. Es buen momento para las lecturas olvidadas durante el tráfico de la vida laboral. Para las amistades que no se tratan habitualmente y que ahora podemos reencontrar en cualquier terraza, para los familiares más próximos o lejanos.
Es un buen momento para dedicar a Dios más tiempo y procurar que Él esté en todas y cada una de las cosas que hacemos.

1 comentario:

  1. Gracias por tu comentario en mi blog. He leido tus "vacaciones en casa". Me encanta mirar cada día de otro modo para encontrar en ellos algo especial. Seguiré visitando tu blog. Saludos.
    Víctor.-

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