Las historias con aire navideño nos resultan ñoñas. Escribir sobre la Navidad se convierte en un tópico cuando llegan estas fechas. Y aunque mi historia no se desarrolle en esos mágicos días que van de finales de diciembre a principios de enero. Si puedo decir que es un cuento de Navidad. El amor triunfando frente a la maldad, el destino jugando a favor del ser humano. La música como señal o misterioso chip que se introduce por los poros de la piel y es capaz de conectar con la armonía del Universo.
La verdad es que andamos medio sordos de tanto barullo como nos rodea, y ese sencillo acto de guardar silencio y atender a los sonidos de la vida, nos pilla a todos desprevenidos. Algo que no le sucede nunca al protagonista de mi historia. August Rush ha nacido con un talento musical fuera de serie. Es capaz de aprender música de manera autodidacta, tocar un instrumento al cabo de varios minutos de aporrearlo, escribir una rapsodia al poco de conocer el nombre de las notas. Y todo ello con una única finalidad, la de encontrar a sus progenitores.
La verdad es que andamos medio sordos de tanto barullo como nos rodea, y ese sencillo acto de guardar silencio y atender a los sonidos de la vida, nos pilla a todos desprevenidos. Algo que no le sucede nunca al protagonista de mi historia. August Rush ha nacido con un talento musical fuera de serie. Es capaz de aprender música de manera autodidacta, tocar un instrumento al cabo de varios minutos de aporrearlo, escribir una rapsodia al poco de conocer el nombre de las notas. Y todo ello con una única finalidad, la de encontrar a sus progenitores.
Porque este niño prodigio no conoce a sus padres, ha sido criado en un orfanato y sin embargo siempre ha presentido que la música le serviría para encontrarse con ellos. Aquí los malos son relativamente malos y los buenos nos conquistan. Este pequeño cuento llevado a la pantalla tiene una música preciosa de Mark Mancina, y algunas piezas clásicas que valen la pena escuchar. La interpretación es lineal, ajustada al propósito del director, con un Robert Williams tan versátil como siempre, bordando su papel en esta historia increíble. ¿Pero acaso no estamos deseando hacer realidad los sueños?.
Pues si quieren pueden disfrutar unos minutos con estos simpáticos protagonistas: dos enamorados tras una noche loca, un hijo fruto del amor, un explotador de niños simpático y un final apoteósico. A ello sin lugar a dudas ayuda la belleza de sus actores principales, Freddie Highmore y Keri Rusell, que exhiben sus rostros angelicales para deleite de incondicionales.
Lo dicho, una historia increíble para unas fechas que siempre traen películas familiares, esta puede ser una de ella si deciden ir al cine por Navidad. Que lo disfruten.