sábado, 30 de junio de 2007

Educación para la ciudadanía

Me gustaría llegar a realizar una reflexión mesurada sobre la asignatura Educación para la ciudadanía. Envueltos en la polémica, mientras unos medios proclaman la necesidad de una ética común para nuestra sociedad plural, otros aducen que se está entrando en la privacidad de la familia y adoctrinando en una moral cívica. Bueno, no es poco que mantengamos en común algunos puntos. Aunque esos puntos comunes ya se encontraban en vigor con los temas transversales.

Lo cierto es que esta sociedad globalizada, plural, multicultural, está dando lugar a una juventud violenta, hedonista, “niños burbuja”, “chicos danone”. No es un fenómeno que suceda exclusivamente en nuestro país. La violencia en los centros escolares se propaga como ráfaga de pólvora. Un día nos hablan de Inglaterra y al otro de Francia. En este último país se quiere imponer “el usted” para tratar al profesor. En España el defensor del pueblo, Enrique Múgica, propone lo mismo que en Francia. Reforzar la autoridad del profesorado que ya no puede controlar ni a los niños de primaria.

De algún modo desde diferentes corrientes de pensamiento se converge en la necesidad de educar en valores. Aquella antigua urbanidad de los libros de nuestros mayores quiere volver a recuperarse, porque en ella existía un código de lo correcto e incorrecto. Algo que es necesario delimitar cuando todavía no se tienen referentes propios. Desde esa raíz surge el respeto al otro, no sólo al diferente en su etnia o credo, sino al contrario al que no piensa como igual. Tras algunas décadas educando en el diálogo y la permisividad, han salido unos jóvenes solidarios, tolerantes, y al mismo tiempo, indolentes y faltos de espíritu de superación.

Pero entre mantener unos valores que están recogidos en la Constitución y en la Declaración de los derechos humanos y en otros tantos acuerdos y Tratados Internacionales y, aleccionar sobre un código moral, hay un abismo. El mismo que existe entre educar considerando el matrimonio un sacramento o sólo una unidad familiar de seres que viven en común. Desde ahí podemos entender que Educación para la ciudadanía no convenza a ningún representante de las religiones que tienen acuerdos con el Estado. Y eso es grave en un Estado aconfesional que no laico, donde hay un compromiso reflejado en la Constitución para permitir educar de acuerdo con la religión que elija cada progenitor.

Creo que la Conferencia Episcopal tiene el deber de manifestar claramente su postura, que no se opone a una educación en valores, pero sí a un adoctrinamiento del Estado. Y no es sólo la Conferencia Episcopal, también los protestantes y no quiero pensar cómo lo pueden ver los musulmanes o los judíos. Llegamos por tanto a la disyuntiva de que el papá Estado quiere imponer un código moral ciudadano. Y esto empieza a sonar tan volteriano como en la época de Robespierre.

Así que tenemos unos ciudadanos que se asocian en contra de la asignatura y unos supuestos “cristianos por el socialismo” que van pidiendo firmas en el portal Atrio, a favor de la polémica Educación para la Ciudadanía. No sé que piensan pero o esto termina en sufragio o no termina.

Educación para la ciudadanía

Me gustaría llegar a realizar una reflexión mesurada sobre la asignatura Educación para la ciudadanía. Envueltos en la polémica, mientras unos medios proclaman la necesidad de una ética común para nuestra sociedad plural, otros aducen que se está entrando en la privacidad de la familia y adoctrinando en una moral cívica. Bueno, no es poco que mantengamos en común algunos puntos. Aunque esos puntos comunes ya se encontraban en vigor con los temas transversales.

Lo cierto es que esta sociedad globalizada, plural, multicultural, está dando lugar a una juventud violenta, hedonista, “niños burbuja”, “chicos danone”. No es un fenómeno que suceda exclusivamente en nuestro país. La violencia en los centros escolares se propaga como ráfaga de pólvora. Un día nos hablan de Inglaterra y al otro de Francia. En este último país se quiere imponer “el usted” para tratar al profesor. En España el defensor del pueblo, Enrique Múgica, propone lo mismo que en Francia. Reforzar la autoridad del profesorado que ya no puede controlar ni a los niños de primaria.

De algún modo desde diferentes corrientes de pensamiento se converge en la necesidad de educar en valores. Aquella antigua urbanidad de los libros de nuestros mayores quiere volver a recuperarse, porque en ella existía un código de lo correcto e incorrecto. Algo que es necesario delimitar cuando todavía no se tienen referentes propios. Desde esa raíz surge el respeto al otro, no sólo al diferente en su etnia o credo, sino al contrario al que no piensa como igual. Tras algunas décadas educando en el diálogo y la permisividad, han salido unos jóvenes solidarios, tolerantes, y al mismo tiempo, indolentes y faltos de espíritu de superación.

Pero entre mantener unos valores que están recogidos en la Constitución y en la Declaración de los derechos humanos y en otros tantos acuerdos y Tratados Internacionales y, aleccionar sobre un código moral, hay un abismo. El mismo que existe entre educar considerando el matrimonio un sacramento o sólo una unidad familiar de seres que viven en común. Desde ahí podemos entender que Educación para la ciudadanía no convenza a ningún representante de las religiones que tienen acuerdos con el Estado. Y eso es grave en un Estado aconfesional que no laico, donde hay un compromiso reflejado en la Constitución para permitir educar de acuerdo con la religión que elija cada progenitor.

Creo que la Conferencia Episcopal tiene el deber de manifestar claramente su postura, que no se opone a una educación en valores, pero sí a un adoctrinamiento del Estado. Y no es sólo la Conferencia Episcopal, también los protestantes y no quiero pensar cómo lo pueden ver los musulmanes o los judíos. Llegamos por tanto a la disyuntiva de que el papá Estado quiere imponer un código moral ciudadano. Y esto empieza a sonar tan volteriano como en la época de Robespierre.

Así que tenemos unos ciudadanos que se asocian en contra de la asignatura y unos supuestos “cristianos por el socialismo” que van pidiendo firmas en el portal Atrio, a favor de la polémica Educación para la Ciudadanía. No sé que piensan pero o esto termina en sufragio o no termina.

viernes, 22 de junio de 2007

Un piercing conflictivo



Esto era una vez un profesor obligado a marcharse del colegio por querer impartir clases con un piercing. “Paco Prados era consciente de que al trabajar en un colegio religioso, concretamente el Santo Rosario de Motril, tendría que rezar de vez en cuando, pero nadie le avisó que tendría que quitarse el piercing que lleva desde hace cinco años en la ceja izquierda.

Según el profesor, de 25 años, no ha podido terminar sus prácticas en el colegio concertado porque se negaba a quitarse el piercing como le obligaba una resolución votada por el claustro de profesores. Así lo cuenta el periódico Ideal de Granada en su edición digital.
Paco Prados llevaba ya dos semanas dando clases en el centro cuando su tutora le pidió que se quitara el pendiente, antes de que la dirección le llamase la atención. Pero el joven profesor decidió dejárselo puesto y asumir las consecuencias, que no tardaron en llegar”.

La noticia sirve para retomar el tema de la educación de los derechos sin deberes. El joven desafía la autoridad, tiene derecho a llevar un piercing. No tiene en cuenta la imagen que está dando a sus alumnos. Seguro que para él es normal, lo habitual en su mundo es llevar un piercing. Que el claustro considere que eso incita a una juventud todavía en formación a introducirse en las padillas urbanas, le da lo mismo a este joven profesor. Están conculcando su derecho.

Hace años se sabía muy bien que a la entrevista para solicitar trabajo se tenía que ir con un cierto decoro. Los hombres con chaqueta y corbata, las mujeres con traje discreto. Las respuestas en la entrevista laboral siempre tenían que estar medidas y adecuadas. En cierto modo todo era un poco hipócrita, resulta más auténtico ir con vaqueros raídos y un piercing en la ceja. El problema es que te das de bruces con una patada en el trasero. Aquí, en cambio, se trataba de finalizar sus prácticas. Es decir que es un estudiante estaba dispuesto a cuestionar las normas del centro. Seguramente porque queda muy progre de cara a la pandilla de amigos. No sé si el joven profesor ha recurrido a los tribunales, pero no me extrañaría.

Para mí el joven en cuestión es un quijote dispuesto a batirse con los molinos de viento. Una persona inmadura que no tiene en cuenta la proyección social de su cargo. Educar es algo más que ejercer una carrera, es una responsabilidad en la que se debe enseñar qué está bien y qué esta mal. Si estamos en un centro religioso la imagen que proyectas no es algo anecdótico, te debes atener a las normas del centro. Otra cosa es ir a un centro público. Yo he tenido compañeras con piercing, sustituyendo a alguna profesora. La cosa pasó como anecdótica por la eventualidad de su trabajo. De haber sido de plantilla definitiva igual hubieran surgido problemas.

Y es que la libertad tiene diferentes lecturas, según desde donde se la mire. El respeto social es una obligación de toda persona de bien. La imagen que damos los educadores condiciona a nuestros jóvenes alumnos. Y no parece que llevar un piercing sea otra cosa que manifestarse como perteneciente a una determinada tribu urbana, que cuestiona bastante al sistema. Desde aquí imagino a los amantes de la libertad sin fronteras dispuestos a rebatir mis argumentos.

Un piercing conflictivo



Esto era una vez un profesor obligado a marcharse del colegio por querer impartir clases con un piercing. “Paco Prados era consciente de que al trabajar en un colegio religioso, concretamente el Santo Rosario de Motril, tendría que rezar de vez en cuando, pero nadie le avisó que tendría que quitarse el piercing que lleva desde hace cinco años en la ceja izquierda.

Según el profesor, de 25 años, no ha podido terminar sus prácticas en el colegio concertado porque se negaba a quitarse el piercing como le obligaba una resolución votada por el claustro de profesores. Así lo cuenta el periódico Ideal de Granada en su edición digital.
Paco Prados llevaba ya dos semanas dando clases en el centro cuando su tutora le pidió que se quitara el pendiente, antes de que la dirección le llamase la atención. Pero el joven profesor decidió dejárselo puesto y asumir las consecuencias, que no tardaron en llegar”.

La noticia sirve para retomar el tema de la educación de los derechos sin deberes. El joven desafía la autoridad, tiene derecho a llevar un piercing. No tiene en cuenta la imagen que está dando a sus alumnos. Seguro que para él es normal, lo habitual en su mundo es llevar un piercing. Que el claustro considere que eso incita a una juventud todavía en formación a introducirse en las padillas urbanas, le da lo mismo a este joven profesor. Están conculcando su derecho.

Hace años se sabía muy bien que a la entrevista para solicitar trabajo se tenía que ir con un cierto decoro. Los hombres con chaqueta y corbata, las mujeres con traje discreto. Las respuestas en la entrevista laboral siempre tenían que estar medidas y adecuadas. En cierto modo todo era un poco hipócrita, resulta más auténtico ir con vaqueros raídos y un piercing en la ceja. El problema es que te das de bruces con una patada en el trasero. Aquí, en cambio, se trataba de finalizar sus prácticas. Es decir que es un estudiante estaba dispuesto a cuestionar las normas del centro. Seguramente porque queda muy progre de cara a la pandilla de amigos. No sé si el joven profesor ha recurrido a los tribunales, pero no me extrañaría.

Para mí el joven en cuestión es un quijote dispuesto a batirse con los molinos de viento. Una persona inmadura que no tiene en cuenta la proyección social de su cargo. Educar es algo más que ejercer una carrera, es una responsabilidad en la que se debe enseñar qué está bien y qué esta mal. Si estamos en un centro religioso la imagen que proyectas no es algo anecdótico, te debes atener a las normas del centro. Otra cosa es ir a un centro público. Yo he tenido compañeras con piercing, sustituyendo a alguna profesora. La cosa pasó como anecdótica por la eventualidad de su trabajo. De haber sido de plantilla definitiva igual hubieran surgido problemas.

Y es que la libertad tiene diferentes lecturas, según desde donde se la mire. El respeto social es una obligación de toda persona de bien. La imagen que damos los educadores condiciona a nuestros jóvenes alumnos. Y no parece que llevar un piercing sea otra cosa que manifestarse como perteneciente a una determinada tribu urbana, que cuestiona bastante al sistema. Desde aquí imagino a los amantes de la libertad sin fronteras dispuestos a rebatir mis argumentos.

domingo, 17 de junio de 2007

Todos contra ETA



Viene bien recordar que sentimos, que dijimos, que opinamos en su momento. Esto de dejar tu huella en la red, permite retomar artículos anteriores. Alguien me comentó en su momento: escribe aquello de lo que nunca tengas que arrepentirte. En ello estoy aunque resulte difícil porque las circunstancias van cambiando y el termómetro de la actualidad te puede inclinar hacia un lado u otro de la balanza, de los pros y de los contras.

He releído mis impresiones sobre el inicio de las negociaciones con ETA. Mi percepción de entonces, sigue en pie. Con quien no abandona las armas, no vale ninguna negociación. Llevamos tantos años de sangría a cuenta de este grupo armado, que cuando alguien viene a ponerse conciliador me enfado. Sí, y como yo, muchos otros, que en Bilbao han salido a la calle para pedir que no se vuelva a la lucha armada, que cesen de una vez las hostilidades a una ciudadanía indefensa.

Miren que es arriesgado opinar, pero desde mi piel de cristiana estoy segura que no se puede defender con las armas, aquello que se puede votar en las urnas. Por eso creo que ETA es un grupo mafioso que, extorsiona, condiciona, roba, asesina y lo hace bajo el amparo de un nacionalismo excluyente. Ellos quieren imponer sus condiciones al resto de la sociedad vasca, como si los otros no tuvieran el menor derecho a defender sus propias convicciones. La democracia en ocasiones se queda indefensa frente a estos terroristas de palabra y obra. Se dan cambios de siglas para seguir gobernando municipios y conspirando contra el Estado. Y el Estado sigue con su maquinaria de una justicia lenta, lentísima frente a la rapidez de los delincuentes. ¿Cabe otro término o vocablo?. Para mí, no.

El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, habla ya de totalitarismo por parte del grupo armado. Y no olvidemos que sigue en pie la instrucción pastoral sobre el terrorismo publicada por la Conferencia Episcopal. Cada vez somos más quienes pensamos de la misma manera. Desde el momento que la gente de bien se manifiesta para que se cumplan íntegras las penas y no se llega al absurdo de convivir asesinos y víctimas, el mensaje es claro y rotundo. No se negocia si no hay abandono de las armas. Cuando se busca una solución no se hace escondiendo debajo de la mesa las pistolas.

Hoy la vicepresidenta del gobierno ha explicado: vamos a sumar, no a dividir. Es bueno que Rajoy acepte estar del lado del Gobierno, porque es una manera de situar a toda la sociedad frente a ETA. La vuelta al Pacto Antiterrorista es el mejor aval que puede tener el Gobierno para llegar a un posible proceso político que, deberá estar refrendado por las urnas. Lo demás es “agua con azucarillos”.

Todos contra ETA



Viene bien recordar que sentimos, que dijimos, que opinamos en su momento. Esto de dejar tu huella en la red, permite retomar artículos anteriores. Alguien me comentó en su momento: escribe aquello de lo que nunca tengas que arrepentirte. En ello estoy aunque resulte difícil porque las circunstancias van cambiando y el termómetro de la actualidad te puede inclinar hacia un lado u otro de la balanza, de los pros y de los contras.

He releído mis impresiones sobre el inicio de las negociaciones con ETA. Mi percepción de entonces, sigue en pie. Con quien no abandona las armas, no vale ninguna negociación. Llevamos tantos años de sangría a cuenta de este grupo armado, que cuando alguien viene a ponerse conciliador me enfado. Sí, y como yo, muchos otros, que en Bilbao han salido a la calle para pedir que no se vuelva a la lucha armada, que cesen de una vez las hostilidades a una ciudadanía indefensa.

Miren que es arriesgado opinar, pero desde mi piel de cristiana estoy segura que no se puede defender con las armas, aquello que se puede votar en las urnas. Por eso creo que ETA es un grupo mafioso que, extorsiona, condiciona, roba, asesina y lo hace bajo el amparo de un nacionalismo excluyente. Ellos quieren imponer sus condiciones al resto de la sociedad vasca, como si los otros no tuvieran el menor derecho a defender sus propias convicciones. La democracia en ocasiones se queda indefensa frente a estos terroristas de palabra y obra. Se dan cambios de siglas para seguir gobernando municipios y conspirando contra el Estado. Y el Estado sigue con su maquinaria de una justicia lenta, lentísima frente a la rapidez de los delincuentes. ¿Cabe otro término o vocablo?. Para mí, no.

El obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, habla ya de totalitarismo por parte del grupo armado. Y no olvidemos que sigue en pie la instrucción pastoral sobre el terrorismo publicada por la Conferencia Episcopal. Cada vez somos más quienes pensamos de la misma manera. Desde el momento que la gente de bien se manifiesta para que se cumplan íntegras las penas y no se llega al absurdo de convivir asesinos y víctimas, el mensaje es claro y rotundo. No se negocia si no hay abandono de las armas. Cuando se busca una solución no se hace escondiendo debajo de la mesa las pistolas.

Hoy la vicepresidenta del gobierno ha explicado: vamos a sumar, no a dividir. Es bueno que Rajoy acepte estar del lado del Gobierno, porque es una manera de situar a toda la sociedad frente a ETA. La vuelta al Pacto Antiterrorista es el mejor aval que puede tener el Gobierno para llegar a un posible proceso político que, deberá estar refrendado por las urnas. Lo demás es “agua con azucarillos”.

sábado, 9 de junio de 2007

El pluralismo moral, un gol de Zapatero



No sé si su ustedes coincidirán conmigo respecto a que el Ejecutivo de Zapatero ha conseguido colarnos unos cuantos goles. En principio el modelo tradicional de la familia ha desaparecido en esta legislatura. Seguramente algunos encuentran loable que exista todo tipo de uniones. De hecho desde la aprobación del divorcio las familias monoparentales estaban aumentando. Algunos me indicaron en su día que los hijos de viuda salieron toda la vida adelante, sin que la ausencia paterna supusiera ningún trastorno. Es cierto que ha habido en la historia niños criados por tías solteras. Ejemplo que solía utilizarse para las parejas lésbicas con hijo de alguna de ellas. Probablemente las uniones homosexuales conlleven el derecho a paternidad, seguro que al lobby gay le parecerá lo más adecuado. Pueden ustedes hablarme de culturas aborígenes subsistiendo durante miles de años fundamentadas en la poligamia. Me digan lo que me digan, lo cierto es que la familia tradicional se ha quebrado desde que el matrimonio homosexual ha entrado por la puerta grande en nuestra sociedad, por primera vez en la historia de la civilización.

Fíjense bien que no hablo de la homosexualidad que siempre ha estado presente en todas las civilizaciones, con mayor o menor aceptación social. Hablo concretamente de elevar a matrimonio la unión de dos personas del mismo sexo. Y en este tema cuando alguien cuestiona el pensamiento dominante es tachado de homófob@. ¿Qué educación en valores hemos estado recibiendo los adultos durante estos últimos treinta años, para que la sociedad haya convulsionado de esta manera, desde un vínculo indisoluble entre hombre y mujer a lo que tenemos hoy en día?.

Tengo un lector que me cuestiona mi oposición a la asignatura Educación para la ciudadanía y los derechos humanos. Según él o ella, no hay en el currículum de la asignatura ninguna mención al matrimonio homosexual. Pero se da la circunstancia de que en primaria uno de los apartados es “individuos y relaciones interpersonales”; en secundaria otro es “dimensión humana de la sexualidad” y finalmente en 4º ESO se tratará el “pluralismo moral”. Así como suena, si alguien me dice que no se va a introducir la aceptación del matrimonio homosexual como un hecho natural en la sociedad, es que es un bobo o un iluso.

En la escuela tratamos con los padres de niños que suelen asistir para contar un cuento a sus hijos, entre otras actividades comunes que puedan organizarse. Cuando falta uno de los cónyuges se trata de normalizar la situación. Que un niño diga que sus papás están separados viene a ser algo cada día más habitual. De la misma manera se quiere hacer ver la homosexualidad como una opción más que entra dentro de la diversidad. Y no me lo invento yo, es que forma parte del programa de la Unión Europea para todos los países miembros. Ya pueden ustedes invitar al cumpleaños de fulanito a sus dos papás o mamás. Es cuestión de tiempo.

De momento la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regás, ha felicitado a este gobierno, porque después de treinta años de democracia se ha conseguido desbancar la familia tradicional. Según ella sólo hace falta “sentido común y cariño para criar a un hijo”. Y yo añado que hace falta tener unos buenos valores que transmitir para educar a un hijo. Valores que se fundamentan en algo más sólido que el respeto a la diversidad y los derechos humanos.

El pluralismo moral, un gol de Zapatero



No sé si su ustedes coincidirán conmigo respecto a que el Ejecutivo de Zapatero ha conseguido colarnos unos cuantos goles. En principio el modelo tradicional de la familia ha desaparecido en esta legislatura. Seguramente algunos encuentran loable que exista todo tipo de uniones. De hecho desde la aprobación del divorcio las familias monoparentales estaban aumentando. Algunos me indicaron en su día que los hijos de viuda salieron toda la vida adelante, sin que la ausencia paterna supusiera ningún trastorno. Es cierto que ha habido en la historia niños criados por tías solteras. Ejemplo que solía utilizarse para las parejas lésbicas con hijo de alguna de ellas. Probablemente las uniones homosexuales conlleven el derecho a paternidad, seguro que al lobby gay le parecerá lo más adecuado. Pueden ustedes hablarme de culturas aborígenes subsistiendo durante miles de años fundamentadas en la poligamia. Me digan lo que me digan, lo cierto es que la familia tradicional se ha quebrado desde que el matrimonio homosexual ha entrado por la puerta grande en nuestra sociedad, por primera vez en la historia de la civilización.

Fíjense bien que no hablo de la homosexualidad que siempre ha estado presente en todas las civilizaciones, con mayor o menor aceptación social. Hablo concretamente de elevar a matrimonio la unión de dos personas del mismo sexo. Y en este tema cuando alguien cuestiona el pensamiento dominante es tachado de homófob@. ¿Qué educación en valores hemos estado recibiendo los adultos durante estos últimos treinta años, para que la sociedad haya convulsionado de esta manera, desde un vínculo indisoluble entre hombre y mujer a lo que tenemos hoy en día?.

Tengo un lector que me cuestiona mi oposición a la asignatura Educación para la ciudadanía y los derechos humanos. Según él o ella, no hay en el currículum de la asignatura ninguna mención al matrimonio homosexual. Pero se da la circunstancia de que en primaria uno de los apartados es “individuos y relaciones interpersonales”; en secundaria otro es “dimensión humana de la sexualidad” y finalmente en 4º ESO se tratará el “pluralismo moral”. Así como suena, si alguien me dice que no se va a introducir la aceptación del matrimonio homosexual como un hecho natural en la sociedad, es que es un bobo o un iluso.

En la escuela tratamos con los padres de niños que suelen asistir para contar un cuento a sus hijos, entre otras actividades comunes que puedan organizarse. Cuando falta uno de los cónyuges se trata de normalizar la situación. Que un niño diga que sus papás están separados viene a ser algo cada día más habitual. De la misma manera se quiere hacer ver la homosexualidad como una opción más que entra dentro de la diversidad. Y no me lo invento yo, es que forma parte del programa de la Unión Europea para todos los países miembros. Ya pueden ustedes invitar al cumpleaños de fulanito a sus dos papás o mamás. Es cuestión de tiempo.

De momento la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regás, ha felicitado a este gobierno, porque después de treinta años de democracia se ha conseguido desbancar la familia tradicional. Según ella sólo hace falta “sentido común y cariño para criar a un hijo”. Y yo añado que hace falta tener unos buenos valores que transmitir para educar a un hijo. Valores que se fundamentan en algo más sólido que el respeto a la diversidad y los derechos humanos.

sábado, 2 de junio de 2007

Por favor hábleme de usted


En esta dolida piel de toro tenemos tal popurrí de intoxicación mediática que no es extraña la elevada abstención de estos últimos comicios. Una intenta informarse con la visión de dos periódicos completamente contrapuestos. En uno de ellos ha ganado el PSOE alcanzando mayor número de municipios que en el 2003. En otro, es el PP quien supera el número de municipios en su poder. De manera que ambos partidos se consideran ganadores. Así que me he sentado a reflexionar como el pensador de Rodin, puño en mandíbula crispada, como crispados están los informativos y medios de este país.

Yo no voy a confesar mi voto. Para eso están las urnas y las papeletas con sobres cerrados que nos garantizan la libertad de opinión. Allí deposité el mío rogando que todo sea para bien, que gane el mejor, que España continúe su transición democrática en esta monarquía parlamentaria que es espejo de convivencia para muchos otros países. Hemos elevado nuestro pedigrí y somos tan europeos que hasta encabezamos el ranking en materia de permisividad social.

De momento sólo las comunidades gobernadas por el PSOE impartirán Educación para la ciudadanía y los derechos humanos: Andalucía, Cantabria, Extremadura y Cataluña serán las elegidas para estrenar esta conflictiva asignatura. En los feudos populares la cosa no está nada clara. Se sabe que la opción de conciencia será admisible incluso en los centros religiosos donde la FERE ha pactado su libertad de conciencia pese incluir la asignatura modelada según las editoriales católicas. Y en la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, dejó muy claro el derecho preferente de los padres a optar o no por la asignatura. Ahora le ha llegado el momento de cumplir lo prometido enfrentándose al Ministerio. Yo de tecnicismos legales no entiendo, así que no sé hasta qué punto se puede torear una Orden, un Decreto o una Ley.

Mientras algunos debatimos la libertad de educar moralmente a los hijos, tal y como se estipula en la Constitución del 1978. Nuestros vecinos franceses están por volver a exigir hablar de usted al profesorado a partir de los cinco años. Allí ya deben haber comprobado que educar, lo que se dice educar en el respeto y la tolerancia, no se consigue con una asignatura, sino con el consenso de toda la sociedad.

El profesor, el maestro, está hoy sometido al albur de la opinión de cualquier padre o madre. Se le increpa por tomar medidas disciplinarias imprescindibles para el buen funcionamiento del aula. No sé si hay otra profesión con más opiniones e ingerencias de todo tipo. Dependemos del gobierno de turno que aprueba y desaprueba sucesivamente las Leyes de Educación y dependemos del criterio de los padres que un día si y otro también nos van robando parte de nuestra autoridad, que ellos tampoco saben imponer en su casa. Que una madre te diga que no puede con su hijo de diez años es bastante triste, pero son las consecuencias de no saber marcar los respectivos papeles. Con un niño no se negocia, son demasiado listos y siempre consiguen buscarte las vueltas. El profesor no puede ser el coleguilla del alumno, porque si algo está claro es que educar es marcar unos límites y unas líneas claras de comportamiento, eso con independencia de enseñar contenidos curriculares.

Pues que vaya mirando hacia Francia nuestro gobierno. Nicolás Sarkozy desea una escuela donde todos los alumnos se levanten cuando el maestro entra en clase. Y esto lo dijo sólo cuatro días después de que tomase posesión de su cargo de Primer Ministro en el país galo. El profesor a su vez se dirigirá a los alumnos de usted. La izquierda ha perdido la batalla de los valores en el país vecino, donde en los centros de enseñanza había aumentado el fracaso escolar y la violencia de manera alarmante. En nuestro territorio bastaría hacer una encuesta entre el profesorado español para concluir con unas cuantas medidas que favorecieran la autoridad del profesorado. No nos vendría nada mal si aprenden a respetar a padres y profesores, al mismo tiempo que se enseña que es la xenofobia o el racismo. Y ahora por favor, no me acusen de autoritaria, entre la virtud y la necesidad siempre hay un término medio.

Por favor hábleme de usted


En esta dolida piel de toro tenemos tal popurrí de intoxicación mediática que no es extraña la elevada abstención de estos últimos comicios. Una intenta informarse con la visión de dos periódicos completamente contrapuestos. En uno de ellos ha ganado el PSOE alcanzando mayor número de municipios que en el 2003. En otro, es el PP quien supera el número de municipios en su poder. De manera que ambos partidos se consideran ganadores. Así que me he sentado a reflexionar como el pensador de Rodin, puño en mandíbula crispada, como crispados están los informativos y medios de este país.

Yo no voy a confesar mi voto. Para eso están las urnas y las papeletas con sobres cerrados que nos garantizan la libertad de opinión. Allí deposité el mío rogando que todo sea para bien, que gane el mejor, que España continúe su transición democrática en esta monarquía parlamentaria que es espejo de convivencia para muchos otros países. Hemos elevado nuestro pedigrí y somos tan europeos que hasta encabezamos el ranking en materia de permisividad social.

De momento sólo las comunidades gobernadas por el PSOE impartirán Educación para la ciudadanía y los derechos humanos: Andalucía, Cantabria, Extremadura y Cataluña serán las elegidas para estrenar esta conflictiva asignatura. En los feudos populares la cosa no está nada clara. Se sabe que la opción de conciencia será admisible incluso en los centros religiosos donde la FERE ha pactado su libertad de conciencia pese incluir la asignatura modelada según las editoriales católicas. Y en la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, dejó muy claro el derecho preferente de los padres a optar o no por la asignatura. Ahora le ha llegado el momento de cumplir lo prometido enfrentándose al Ministerio. Yo de tecnicismos legales no entiendo, así que no sé hasta qué punto se puede torear una Orden, un Decreto o una Ley.

Mientras algunos debatimos la libertad de educar moralmente a los hijos, tal y como se estipula en la Constitución del 1978. Nuestros vecinos franceses están por volver a exigir hablar de usted al profesorado a partir de los cinco años. Allí ya deben haber comprobado que educar, lo que se dice educar en el respeto y la tolerancia, no se consigue con una asignatura, sino con el consenso de toda la sociedad.

El profesor, el maestro, está hoy sometido al albur de la opinión de cualquier padre o madre. Se le increpa por tomar medidas disciplinarias imprescindibles para el buen funcionamiento del aula. No sé si hay otra profesión con más opiniones e ingerencias de todo tipo. Dependemos del gobierno de turno que aprueba y desaprueba sucesivamente las Leyes de Educación y dependemos del criterio de los padres que un día si y otro también nos van robando parte de nuestra autoridad, que ellos tampoco saben imponer en su casa. Que una madre te diga que no puede con su hijo de diez años es bastante triste, pero son las consecuencias de no saber marcar los respectivos papeles. Con un niño no se negocia, son demasiado listos y siempre consiguen buscarte las vueltas. El profesor no puede ser el coleguilla del alumno, porque si algo está claro es que educar es marcar unos límites y unas líneas claras de comportamiento, eso con independencia de enseñar contenidos curriculares.

Pues que vaya mirando hacia Francia nuestro gobierno. Nicolás Sarkozy desea una escuela donde todos los alumnos se levanten cuando el maestro entra en clase. Y esto lo dijo sólo cuatro días después de que tomase posesión de su cargo de Primer Ministro en el país galo. El profesor a su vez se dirigirá a los alumnos de usted. La izquierda ha perdido la batalla de los valores en el país vecino, donde en los centros de enseñanza había aumentado el fracaso escolar y la violencia de manera alarmante. En nuestro territorio bastaría hacer una encuesta entre el profesorado español para concluir con unas cuantas medidas que favorecieran la autoridad del profesorado. No nos vendría nada mal si aprenden a respetar a padres y profesores, al mismo tiempo que se enseña que es la xenofobia o el racismo. Y ahora por favor, no me acusen de autoritaria, entre la virtud y la necesidad siempre hay un término medio.