jueves, 29 de noviembre de 2007

¿Quién controla Internet?



Asistimos a la era de la información y de las comunicaciones, que está todavía en sus balbuceos. Lo que los expertos prevén para el futuro es toda una revolución. Como la libertad de expresión es muy temida, algunos gobiernos apuestan por controlar los blogs. Los italianos, tuvieron su primer escarceo con la propuesta de una medida de registro de bloggers de la que ya han dado marcha atrás. Alabo su buen juicio. Los bloggeros nos hemos convertido en comunicadores autónomos, libres de los grandes grupos mediáticos y dispuestos a someternos al juicio de nuestros lectores.

El tema es tan importante, que hasta los políticos tienen personal rastreando blogs. Ellos mismos abren sus propias páginas e interactúan en la medida de sus posibilidades. A mí este medio me parece insustituible. Hay premios internacionales hacia bloggers que aportan información, saber, cultura. En realidad, hoy en día uno puede universalizar sus conocimientos. Colgar de la red un libro, una obra pictórica, o un engendro como el yotube de la agresión en el metro de Barcelona a una joven ecuatoriana.

El resultado es un cruce de opiniones y un éxito mediático que trastoca al agresor en figura de culto para ciertas tribus urbanas. Y también el video puede ser utilizado como tema de debate educativo en algunos institutos. El caso es que no todo lo que se cuelga en la red sirve para buenos fines. Están las estafas y los profesionales de los mass media que saben como intoxicar la red en beneficio de oscuros intereses. El proceso es conocido porque ha sido utilizado con anterioridad por la radio, la televisión y el cine.

La novedad estriba en que a la red accede cualquier ciudadano sin necesidad de tener un currículum que avale sus opiniones o trabajos. Algunos se promocionan a sí mismo con una soltura de profesionales. De manera que sus páginas reciben miles de visitas. El truco si lo hay, reside precisamente en mantener un índice de audiencia. Esto es lo que más valoran en algunos rincones. Y yo que desconozco la sutil trama económica que subyace en estas visitas, disfruto añadiendo a favoritos a nuevos bloggers.

Me temo que con el tiempo las grandes corporaciones intentarán controlar la red, como han hecho con la prensa escrita, la radio o la televisión. Por eso creo que estamos viviendo un periodo histórico sin parangón, que permite expresarse con completa libertad, sin más censura que la propia coherencia personal. Porque hay cosas de las que no se puede hablar, por mucha libertad de la que goce la sociedad. Son contraproducentes. O al menos cuestionamos su salto a la red.

A mí me sigue llamando la atención el poco cuidado que se tiene sobre el derecho a la intimidad y el honor de los demás. Es espantoso que tengamos que asistir a debates donde lo que sale a la luz es la vida íntima de ciertos personajes. De la misma manera, se puede zaherir desde un blog a cualquier personaje público, con total impunidad. Eso me parece que va a ser regulado, porque el poder nunca ha consentido que pueda airearse su podredumbre con total impunidad. Ahí están los pleitos interpuestos a ciertos medios que en el futuro pueden recaer sobre cualquier blogger y un post más o menos conflictivo.

Mientras, gozamos de total impunidad para citar otras fuentes, bajar fotografías, enlazar con otros bloggers. Una libertad satisfactoria cuando se trata de hacer el bien. Temible cuando se convierte en delito, por medio de estafas o engaños. Ahí están las terribles redes de pornografía infantil o de contactos de dudosa conveniencia. Todo cabe en la misma pantalla y está al alcance de los más jóvenes. De ahí, que los educadores nunca nos cansemos de destacar que no se puede dejar sólo a un niño o joven frente al televisor o el ordenador. Sé que no nos hacen caso, pero el resultado ya lo estamos padeciendo. Una sociedad sin valores ni referentes claros, donde la violencia se convierte en un juego más para divertirse grabándolo y dejándolo caer en la red. Pues bien, como el ser humano tiene un claro sentido para aprender de sus propios errores. Con el tiempo, Internet ocupará en la historia el lugar que en su época tuvo la creación de la Imprenta, la radio, el cine y la televisión. Cambiando profundamente la sociedad de su tiempo.

¿Quién controla Internet?



Asistimos a la era de la información y de las comunicaciones, que está todavía en sus balbuceos. Lo que los expertos prevén para el futuro es toda una revolución. Como la libertad de expresión es muy temida, algunos gobiernos apuestan por controlar los blogs. Los italianos, tuvieron su primer escarceo con la propuesta de una medida de registro de bloggers de la que ya han dado marcha atrás. Alabo su buen juicio. Los bloggeros nos hemos convertido en comunicadores autónomos, libres de los grandes grupos mediáticos y dispuestos a someternos al juicio de nuestros lectores.

El tema es tan importante, que hasta los políticos tienen personal rastreando blogs. Ellos mismos abren sus propias páginas e interactúan en la medida de sus posibilidades. A mí este medio me parece insustituible. Hay premios internacionales hacia bloggers que aportan información, saber, cultura. En realidad, hoy en día uno puede universalizar sus conocimientos. Colgar de la red un libro, una obra pictórica, o un engendro como el yotube de la agresión en el metro de Barcelona a una joven ecuatoriana.

El resultado es un cruce de opiniones y un éxito mediático que trastoca al agresor en figura de culto para ciertas tribus urbanas. Y también el video puede ser utilizado como tema de debate educativo en algunos institutos. El caso es que no todo lo que se cuelga en la red sirve para buenos fines. Están las estafas y los profesionales de los mass media que saben como intoxicar la red en beneficio de oscuros intereses. El proceso es conocido porque ha sido utilizado con anterioridad por la radio, la televisión y el cine.

La novedad estriba en que a la red accede cualquier ciudadano sin necesidad de tener un currículum que avale sus opiniones o trabajos. Algunos se promocionan a sí mismo con una soltura de profesionales. De manera que sus páginas reciben miles de visitas. El truco si lo hay, reside precisamente en mantener un índice de audiencia. Esto es lo que más valoran en algunos rincones. Y yo que desconozco la sutil trama económica que subyace en estas visitas, disfruto añadiendo a favoritos a nuevos bloggers.

Me temo que con el tiempo las grandes corporaciones intentarán controlar la red, como han hecho con la prensa escrita, la radio o la televisión. Por eso creo que estamos viviendo un periodo histórico sin parangón, que permite expresarse con completa libertad, sin más censura que la propia coherencia personal. Porque hay cosas de las que no se puede hablar, por mucha libertad de la que goce la sociedad. Son contraproducentes. O al menos cuestionamos su salto a la red.

A mí me sigue llamando la atención el poco cuidado que se tiene sobre el derecho a la intimidad y el honor de los demás. Es espantoso que tengamos que asistir a debates donde lo que sale a la luz es la vida íntima de ciertos personajes. De la misma manera, se puede zaherir desde un blog a cualquier personaje público, con total impunidad. Eso me parece que va a ser regulado, porque el poder nunca ha consentido que pueda airearse su podredumbre con total impunidad. Ahí están los pleitos interpuestos a ciertos medios que en el futuro pueden recaer sobre cualquier blogger y un post más o menos conflictivo.

Mientras, gozamos de total impunidad para citar otras fuentes, bajar fotografías, enlazar con otros bloggers. Una libertad satisfactoria cuando se trata de hacer el bien. Temible cuando se convierte en delito, por medio de estafas o engaños. Ahí están las terribles redes de pornografía infantil o de contactos de dudosa conveniencia. Todo cabe en la misma pantalla y está al alcance de los más jóvenes. De ahí, que los educadores nunca nos cansemos de destacar que no se puede dejar sólo a un niño o joven frente al televisor o el ordenador. Sé que no nos hacen caso, pero el resultado ya lo estamos padeciendo. Una sociedad sin valores ni referentes claros, donde la violencia se convierte en un juego más para divertirse grabándolo y dejándolo caer en la red. Pues bien, como el ser humano tiene un claro sentido para aprender de sus propios errores. Con el tiempo, Internet ocupará en la historia el lugar que en su época tuvo la creación de la Imprenta, la radio, el cine y la televisión. Cambiando profundamente la sociedad de su tiempo.

viernes, 23 de noviembre de 2007

¿Y si hablamos de urbanidad?



He leído a un compañero en su blog que pedía que se educase en urbanidad. Estoy completamente de acuerdo. Hay una mala educación que se va generalizando y que pasa de la falta de respeto y la descalificación, a la palabra soez. Ha habido ilustres Académicos de la Lengua utilizando algún que otro vocablo de esa guisa. Pero eso tampoco les justificaba. Gente desagradable abunda por todos los lados. Llevamos años escuchando “tacos” en las tertulias televisivas, a cualquier hora. Y ahora también forman parte del universo de los blogs.

La verdad es que cuando buscas argumentos para defenderte de algún comentario hiriente, lo más fácil es devolver la pelota con un buen revés. Pero de esta manera caemos en lo que pretendemos evitar para nuestros jóvenes. Y una descalificación que sea respondida con otra puede resultar, según el contrincante, un juego interminable. De manera que optas por callar. El caso es que como no obtienen su dosis de morbo en una respuesta inmediata, acuden a los vecinos y les dejan su huella. Alguna vez he llamado la atención en mi blog sobre esa costumbre desagradable. Desde ahora lo tomaré como una norma: comentario ofensivo hacia otro/a blogger compañero/a, reproche o incluso supresión inmediata.

Luego irán diciendo que censuro. Pues sí, cuando lo estimo oportuno. Aunque bien es verdad que en muy pocas ocasiones he hecho uso de esa prerrogativa. Esto va como en las plazas de toros, por avisos; uno o dos toques de atención y cambio de tercio.

Y ahora para concluir otra pequeña reflexión. Estamos en una era de las comunicaciones donde la información se trasmite a todas las capas sociales. Al menos en occidente. De manera que cualquier despropósito escuchado en radio o televisión, se hace muletilla en los patios del colegio y en las tertulias de café. Decir “tacos” que están a la orden del día en casa, se convierte en una manera natural de expresión y cuesta hacer entender que aquello no está bien. “Es lo que le dice mi padre a mi madre”. “Es lo que oigo en tal o cuál programa”. ¿Con qué autoridad vas a prohibir aquello que están habituados a escuchar?. El cantautor asturiano Victor Manuel, haciendo prerrogativa de su libertad de expresión, ha soltado unas palabras malsonantes e hirientes en público. Pues es un despropósito injustificable. Por mucho que esté a la orden del día. Hay cosas que no se deben decir ni en privado, mucho menos en público.

Ahora los jóvenes chatean y tienen blogs a muy tierna edad. Que esto de las nuevas tecnologías avanza a pasos acelerados. Todavía recuerdo los primeros ordenadores por los ochenta, como exclusivos de las empresas y de cierta élite. Pero hoy, forman parte del mobiliario del hogar. Que los más jóvenes no caigan en la red de la estulticia, donde ser el más guarro y mal hablado denota ser más hombre o más mujer. Aunque no lo crean, de eso se trata cuando se imitan los comportamientos de adultos.

¿Y si hablamos de urbanidad?



He leído a un compañero en su blog que pedía que se educase en urbanidad. Estoy completamente de acuerdo. Hay una mala educación que se va generalizando y que pasa de la falta de respeto y la descalificación, a la palabra soez. Ha habido ilustres Académicos de la Lengua utilizando algún que otro vocablo de esa guisa. Pero eso tampoco les justificaba. Gente desagradable abunda por todos los lados. Llevamos años escuchando “tacos” en las tertulias televisivas, a cualquier hora. Y ahora también forman parte del universo de los blogs.

La verdad es que cuando buscas argumentos para defenderte de algún comentario hiriente, lo más fácil es devolver la pelota con un buen revés. Pero de esta manera caemos en lo que pretendemos evitar para nuestros jóvenes. Y una descalificación que sea respondida con otra puede resultar, según el contrincante, un juego interminable. De manera que optas por callar. El caso es que como no obtienen su dosis de morbo en una respuesta inmediata, acuden a los vecinos y les dejan su huella. Alguna vez he llamado la atención en mi blog sobre esa costumbre desagradable. Desde ahora lo tomaré como una norma: comentario ofensivo hacia otro/a blogger compañero/a, reproche o incluso supresión inmediata.

Luego irán diciendo que censuro. Pues sí, cuando lo estimo oportuno. Aunque bien es verdad que en muy pocas ocasiones he hecho uso de esa prerrogativa. Esto va como en las plazas de toros, por avisos; uno o dos toques de atención y cambio de tercio.

Y ahora para concluir otra pequeña reflexión. Estamos en una era de las comunicaciones donde la información se trasmite a todas las capas sociales. Al menos en occidente. De manera que cualquier despropósito escuchado en radio o televisión, se hace muletilla en los patios del colegio y en las tertulias de café. Decir “tacos” que están a la orden del día en casa, se convierte en una manera natural de expresión y cuesta hacer entender que aquello no está bien. “Es lo que le dice mi padre a mi madre”. “Es lo que oigo en tal o cuál programa”. ¿Con qué autoridad vas a prohibir aquello que están habituados a escuchar?. El cantautor asturiano Victor Manuel, haciendo prerrogativa de su libertad de expresión, ha soltado unas palabras malsonantes e hirientes en público. Pues es un despropósito injustificable. Por mucho que esté a la orden del día. Hay cosas que no se deben decir ni en privado, mucho menos en público.

Ahora los jóvenes chatean y tienen blogs a muy tierna edad. Que esto de las nuevas tecnologías avanza a pasos acelerados. Todavía recuerdo los primeros ordenadores por los ochenta, como exclusivos de las empresas y de cierta élite. Pero hoy, forman parte del mobiliario del hogar. Que los más jóvenes no caigan en la red de la estulticia, donde ser el más guarro y mal hablado denota ser más hombre o más mujer. Aunque no lo crean, de eso se trata cuando se imitan los comportamientos de adultos.

viernes, 16 de noviembre de 2007

Católicos con denominación de origen



Hay veces que las leyes civiles chocan con la moral, formada bajo el amparo de la religión. La historia se ha desarrollado muchas veces a contraluz de estos acontecimientos. Podríamos enumerar revoluciones y guerras que llevan una impronta de oposición a una cosmovisión religiosa. En no pocas ocasiones la Iglesia, que suele seguir la máxima ignaciana de no mudar en tiempo de tribulación, ha rectificado alguna de sus posturas. Esto sirve en la actualidad para que muchos grupos sigan promoviendo el sacerdocio femenino, el matrimonio homosexual bendecido por la Iglesia, la práctica de dar la comunión a divorciados, el uso de los preservativos, etc.

Lo cierto es que los medios de comunicación están cambiando a velocidad de vértigo nuestra sociedad. Lo que antes sucedía en cien o doscientos años, puede ahora acaecer en veinticinco. Volver la vista atrás a 1.982 es como adentrarse en el túnel del tiempo. Ni Europa era como es ahora, ni se parece nuestro país al de ese año. Había otro orden mundial. Seguía en vigor el telón de acero y no había caído el muro de Berlín.

El caso es que la presión mediática para que la Iglesia católica acepte una moral laxa es más acuciante que nunca en la era de las telecomunicaciones. Pero no podemos decir que estamos en la Roma pagana. Porque si bien es cierto que las leyes civiles no se ajustan a la moral católica. También es verdad que nunca ha existido tanto interés por los menos desfavorecidos que en el siglo XXI. Surge un nuevo tipo de asociaciones denominadas ONG donde se mezclan creyentes, ateos y agnósticos, con unos ideales solidarios comunes. Y las catástrofes son conocidas en cuestión de segundos de una parte a otra del globo, movilizando las ayudas de todos los países.

La política ha separado claramente Iglesia y Estado. No existe ningún partido que represente a los católicos, porque tal vez nunca la fe tuvo que ver con política, pero tampoco jamás dejó de influir en ella en la medida que todos nuestros actos tienen un componente moral. De manera que los creyentes seguimos siendo un voto apetecible tanto para la izquierda como para la derecha. Luego, ya se encargarán los partidos de seguir su doble moral, saltándose a la torera sus propios programas.

Sin embargo, tampoco jamás fue más fácil que ahora, devolver la pelota de la memoria a los políticos mentirosos. Tenemos hemerotecas para recordar y cintas grabadas que pueden volver a retomar declaraciones que ponen en situación crítica a quienes las hicieron. Pues bien, hoy más que nunca se ve el relativismo hedonista imperar como un tirano en todas las capas sociales. La tolerancia se ha convertido en una pérdida de referentes claros de aquellos valores en donde reposaron las conciencias nuestros mayores. Hoy la infidelidad entra en el paquete de los nuevos matrimonios. El divorcio es moneda común en la mayor parte de las parejas más jóvenes. Cada día se multiplican el número de abortos. El inicio a la actividad sexual se realiza cada vez a edades más tempranas.

Que los católicos sigamos creyendo en un matrimonio indisoluble, es criticado por sesudos teólogos que hablan de la historia de la Iglesia en tiempo del Papa XXXX, donde el fracaso matrimonial era aceptado y la ruptura permitida. Lo mismo sucede con la homosexualidad que algunos nos quieren presentar como práctica común en ciertos grupos cristianos de no se sabe bien qué siglo. Además se hace pública la homosexualidad de figuras señeras en la literatura o la política, de manera que hoy en día es práctica habitual que no exista serie o película donde no se venda como una opción sexual normal. De la misma manera que se admite el aborto como un derecho a decidir sobre la vida y la muerte de un ser inocente.

Y todo esto viene a cuento de que me han llamado carca. Que es la manera fina de ponerte la señal de la cruz. Ahora hay que explicar aquello de que una lo va asumiendo y sintiéndose orgullosa. Porque cada día somos menos los que seguimos siendo fieles a los principios en los que fuimos educados. Y más los que siguen la práctica común de hacer lo que ven hacer al resto, bien en la televisión o en el cine. De manera que ser normal hoy, se ha convertido en estar a la moda, estar al loro, cogerlas al vuelo, ser in, y fashion.

Y a todo esto ¿dónde se ha quedado la Iglesia y quienes se sienten en comunión con ella?. Pues sencillamente donde están los carca, quienes están of. , demodé, y son cutres, pelín pasaos de rosca. Y claro esas cosas cuesta asimilarlas. Así que hay quien prefiere ir de moderno y coleguillas; renuncia a la divinidad de Jesús; se cisca en la virginidad de María; pone en tela de juicio la Santísima Trinidad, pero tiene un as bajo la manga, que es la opción preferencial por los pobres. Y aquí, amigos, todos quietos o no hay foto. Pues el que tenga oído que oiga.

Católicos con denominación de origen



Hay veces que las leyes civiles chocan con la moral, formada bajo el amparo de la religión. La historia se ha desarrollado muchas veces a contraluz de estos acontecimientos. Podríamos enumerar revoluciones y guerras que llevan una impronta de oposición a una cosmovisión religiosa. En no pocas ocasiones la Iglesia, que suele seguir la máxima ignaciana de no mudar en tiempo de tribulación, ha rectificado alguna de sus posturas. Esto sirve en la actualidad para que muchos grupos sigan promoviendo el sacerdocio femenino, el matrimonio homosexual bendecido por la Iglesia, la práctica de dar la comunión a divorciados, el uso de los preservativos, etc.

Lo cierto es que los medios de comunicación están cambiando a velocidad de vértigo nuestra sociedad. Lo que antes sucedía en cien o doscientos años, puede ahora acaecer en veinticinco. Volver la vista atrás a 1.982 es como adentrarse en el túnel del tiempo. Ni Europa era como es ahora, ni se parece nuestro país al de ese año. Había otro orden mundial. Seguía en vigor el telón de acero y no había caído el muro de Berlín.

El caso es que la presión mediática para que la Iglesia católica acepte una moral laxa es más acuciante que nunca en la era de las telecomunicaciones. Pero no podemos decir que estamos en la Roma pagana. Porque si bien es cierto que las leyes civiles no se ajustan a la moral católica. También es verdad que nunca ha existido tanto interés por los menos desfavorecidos que en el siglo XXI. Surge un nuevo tipo de asociaciones denominadas ONG donde se mezclan creyentes, ateos y agnósticos, con unos ideales solidarios comunes. Y las catástrofes son conocidas en cuestión de segundos de una parte a otra del globo, movilizando las ayudas de todos los países.

La política ha separado claramente Iglesia y Estado. No existe ningún partido que represente a los católicos, porque tal vez nunca la fe tuvo que ver con política, pero tampoco jamás dejó de influir en ella en la medida que todos nuestros actos tienen un componente moral. De manera que los creyentes seguimos siendo un voto apetecible tanto para la izquierda como para la derecha. Luego, ya se encargarán los partidos de seguir su doble moral, saltándose a la torera sus propios programas.

Sin embargo, tampoco jamás fue más fácil que ahora, devolver la pelota de la memoria a los políticos mentirosos. Tenemos hemerotecas para recordar y cintas grabadas que pueden volver a retomar declaraciones que ponen en situación crítica a quienes las hicieron. Pues bien, hoy más que nunca se ve el relativismo hedonista imperar como un tirano en todas las capas sociales. La tolerancia se ha convertido en una pérdida de referentes claros de aquellos valores en donde reposaron las conciencias nuestros mayores. Hoy la infidelidad entra en el paquete de los nuevos matrimonios. El divorcio es moneda común en la mayor parte de las parejas más jóvenes. Cada día se multiplican el número de abortos. El inicio a la actividad sexual se realiza cada vez a edades más tempranas.

Que los católicos sigamos creyendo en un matrimonio indisoluble, es criticado por sesudos teólogos que hablan de la historia de la Iglesia en tiempo del Papa XXXX, donde el fracaso matrimonial era aceptado y la ruptura permitida. Lo mismo sucede con la homosexualidad que algunos nos quieren presentar como práctica común en ciertos grupos cristianos de no se sabe bien qué siglo. Además se hace pública la homosexualidad de figuras señeras en la literatura o la política, de manera que hoy en día es práctica habitual que no exista serie o película donde no se venda como una opción sexual normal. De la misma manera que se admite el aborto como un derecho a decidir sobre la vida y la muerte de un ser inocente.

Y todo esto viene a cuento de que me han llamado carca. Que es la manera fina de ponerte la señal de la cruz. Ahora hay que explicar aquello de que una lo va asumiendo y sintiéndose orgullosa. Porque cada día somos menos los que seguimos siendo fieles a los principios en los que fuimos educados. Y más los que siguen la práctica común de hacer lo que ven hacer al resto, bien en la televisión o en el cine. De manera que ser normal hoy, se ha convertido en estar a la moda, estar al loro, cogerlas al vuelo, ser in, y fashion.

Y a todo esto ¿dónde se ha quedado la Iglesia y quienes se sienten en comunión con ella?. Pues sencillamente donde están los carca, quienes están of. , demodé, y son cutres, pelín pasaos de rosca. Y claro esas cosas cuesta asimilarlas. Así que hay quien prefiere ir de moderno y coleguillas; renuncia a la divinidad de Jesús; se cisca en la virginidad de María; pone en tela de juicio la Santísima Trinidad, pero tiene un as bajo la manga, que es la opción preferencial por los pobres. Y aquí, amigos, todos quietos o no hay foto. Pues el que tenga oído que oiga.

viernes, 9 de noviembre de 2007

Ciento tres niños y una ONG francesa

Este mundo está lleno de porquería asociada a las ONG. Esa es la conclusión a la que llegas después de leer, ver o escuchar, las noticias sobre los niños que “El Arca de Zoé”, intentaba sacar sin autorización del Chad. Y una se pregunta quién es esa organización, cuáles son las subvenciones que recibe, quién audita sus gestiones. Pero automáticamente lo que están recibiendo miles de generosos donantes es la sospecha de que su dinero es utilizado en actividades dudosas. Yo no sé si es o no cierto que trafican con órganos o venden a los niños a redes de pedofilia. En cualquier caso no se sabe que es peor. Un futuro patético y un trasiego de vuelos contratados bajo el paraguas de la ayuda humanitaria.

La situación es tan escandalosa y patética que me resulta inconcebible. No puedo entender que nadie sea capaz de esa rapiña. Y exijo a mi gobierno que controle todas las ONG. Que las auditen, que eviten los cooperantes con tarjetas de crédito. Hace tanto daño el asunto, que empiezas a cuestionarte sino estaremos equivocados educando para la solidaridad. Que buenos somos recogiendo ropa usada, libros usados, juguetes viejos. Todo para los pobrecitos que no tienen nada. Y viene un intermediario avispado y monta su negocio con la solidaridad de los demás. Y encima se hace rico. ¡Eso no se puede consentir!.

Ya sé que siempre habrá pícaros, ladrones, mafiosos, asesinos, criminales de guante blanco. Pero estamos llegando a unos extremos que los barcos negreros son hermanas de la caridad, al lado de lo que se va sabiendo de ciertas ONG. Pues bueno, ojo. Cooperantes de verano, atentos a quién os envía a pagaros vuestro viaje y la estancia, además de hacerles el trabajo a unos cuantos que están viviendo a cuerpo de rey. ¿No hay leyes internacionales para esto?. Pues deberían inventarlas

Y es que a perro flaco todo son pulgas. De manera que con esta sociedad del bienestar estamos creando una especie de redes del inframundo con rostro humanitario. ¡Y eso clama al cielo!. Con estos escándalos se dan de baja miles de socios de organizaciones serias y solventes. Es la otra cara de la moneda, la que perjudica a quienes de verdad se dedican a hacer el bien.

De manera que estamos configurando una sociedad donde toda organización dedicada a actividades humanitarias recibe subvenciones. Y bajo el amparo del papá Estado unos desaprensivos se montan residencias de la tercera edad, pisos de acogida, vuelos charter a países subdesarrollados donde los alimentos enviados se quedan en mano del desalmado de turno. O donde un grupo de niños es raptado de su país de origen. Ya había leído un reportaje sobre algunas religiosas misioneras que denunciaban la desaparición de niños, llegando a afirmar que sus órganos se venden para trasplantes. ¡Dios mío, hasta donde somos capaces de llegar!.

Después de esto necesito una Teresa de Calcuta que me haga sentir que la bondad existe, que de verdad hay gente noble dedicada a los demás. Son necesarios los santos y los héroes y darles rostro para que no sean anónimos. Y preguntarles por qué dedican su vida a esa humanidad doliente y escuchar que lo hacen por amor a Dios. Es necesario que haya un rayo de luz entre tanta miseria. Y más que nunca es necesario llevar el Evangelio a todos los ámbitos de la sociedad. Porque las bienaventuranzas deben ser conocidas universalmente. Y debe resonar en cada cabeza “Lo que hicisteis con uno de esos a mí me lo hicisteis”.

No puede haber un humanismo sin credo, el humanismo es cristiano. Porque el deseo de hacer el bien no nace espontáneamente, nace del encuentro profundo con Cristo. Y si quieren discutimos la beneficencia en los países islámicos, budistas, o ateos. Me huelo a que lo que hay se parece a “El Arca de Zoé”.




Ciento tres niños y una ONG francesa

Este mundo está lleno de porquería asociada a las ONG. Esa es la conclusión a la que llegas después de leer, ver o escuchar, las noticias sobre los niños que “El Arca de Zoé”, intentaba sacar sin autorización del Chad. Y una se pregunta quién es esa organización, cuáles son las subvenciones que recibe, quién audita sus gestiones. Pero automáticamente lo que están recibiendo miles de generosos donantes es la sospecha de que su dinero es utilizado en actividades dudosas. Yo no sé si es o no cierto que trafican con órganos o venden a los niños a redes de pedofilia. En cualquier caso no se sabe que es peor. Un futuro patético y un trasiego de vuelos contratados bajo el paraguas de la ayuda humanitaria.

La situación es tan escandalosa y patética que me resulta inconcebible. No puedo entender que nadie sea capaz de esa rapiña. Y exijo a mi gobierno que controle todas las ONG. Que las auditen, que eviten los cooperantes con tarjetas de crédito. Hace tanto daño el asunto, que empiezas a cuestionarte sino estaremos equivocados educando para la solidaridad. Que buenos somos recogiendo ropa usada, libros usados, juguetes viejos. Todo para los pobrecitos que no tienen nada. Y viene un intermediario avispado y monta su negocio con la solidaridad de los demás. Y encima se hace rico. ¡Eso no se puede consentir!.

Ya sé que siempre habrá pícaros, ladrones, mafiosos, asesinos, criminales de guante blanco. Pero estamos llegando a unos extremos que los barcos negreros son hermanas de la caridad, al lado de lo que se va sabiendo de ciertas ONG. Pues bueno, ojo. Cooperantes de verano, atentos a quién os envía a pagaros vuestro viaje y la estancia, además de hacerles el trabajo a unos cuantos que están viviendo a cuerpo de rey. ¿No hay leyes internacionales para esto?. Pues deberían inventarlas

Y es que a perro flaco todo son pulgas. De manera que con esta sociedad del bienestar estamos creando una especie de redes del inframundo con rostro humanitario. ¡Y eso clama al cielo!. Con estos escándalos se dan de baja miles de socios de organizaciones serias y solventes. Es la otra cara de la moneda, la que perjudica a quienes de verdad se dedican a hacer el bien.

De manera que estamos configurando una sociedad donde toda organización dedicada a actividades humanitarias recibe subvenciones. Y bajo el amparo del papá Estado unos desaprensivos se montan residencias de la tercera edad, pisos de acogida, vuelos charter a países subdesarrollados donde los alimentos enviados se quedan en mano del desalmado de turno. O donde un grupo de niños es raptado de su país de origen. Ya había leído un reportaje sobre algunas religiosas misioneras que denunciaban la desaparición de niños, llegando a afirmar que sus órganos se venden para trasplantes. ¡Dios mío, hasta donde somos capaces de llegar!.

Después de esto necesito una Teresa de Calcuta que me haga sentir que la bondad existe, que de verdad hay gente noble dedicada a los demás. Son necesarios los santos y los héroes y darles rostro para que no sean anónimos. Y preguntarles por qué dedican su vida a esa humanidad doliente y escuchar que lo hacen por amor a Dios. Es necesario que haya un rayo de luz entre tanta miseria. Y más que nunca es necesario llevar el Evangelio a todos los ámbitos de la sociedad. Porque las bienaventuranzas deben ser conocidas universalmente. Y debe resonar en cada cabeza “Lo que hicisteis con uno de esos a mí me lo hicisteis”.

No puede haber un humanismo sin credo, el humanismo es cristiano. Porque el deseo de hacer el bien no nace espontáneamente, nace del encuentro profundo con Cristo. Y si quieren discutimos la beneficencia en los países islámicos, budistas, o ateos. Me huelo a que lo que hay se parece a “El Arca de Zoé”.




viernes, 2 de noviembre de 2007

Conversaciones con mi jardinero



Una vez más la película que quiero comentar es autorizada para todos los públicos. Pero la temática no convencerá a los jóvenes. Porque se adentra en la madurez de dos personas. Conversaciones con mi jardinero es un tándem entre el excelente Daniel Auteuil y Jean Pierre Darroussin. Hacia tiempo que no salía tan satisfecha del cine. En esta cinta se puede ver como se establece un vínculo de amistad entre dos hombres adultos, que compartieron algunas trastadas en su infancia, pero a quien la vida ha llevado por caminos muy diferentes. Rezuma valores por todos los poros de la cinta.

Tras haber triunfado en París, un pintor cincuentón va a parar a su casa de la infancia en un pueblecito francés. Allí se encuentra con un bello jardín y decide poner un anuncio en el periódico buscando jardinero. El elegido termina siendo un antiguo compañero de colegio al que no veía desde hacía años. En su día a día con el jardinero, el pintor descubre a un hombre apasionante que tiene una visión del mundo simple pero acertada.

Todo lo que pueda decir me parece de interés, pero no quiero caen en desvelar una película de la que se sale con satisfacción. La sabiduría del hombre del campo y la vuelta a los orígenes de su infancia del pintor se funden magistralmente, bajo la luz de la campiña francesa, en una amistad sólida. Una excelente fotografía y una música con trazos inolvidables. Especialmente el concierto para clarinete de Mozart.

El director, productor y coguionista de la cinta es Louis Becker, y su guión basado en la novela de Henri Cueco está excelentemente trabajado. Con seguridad ese es el primer logro de la película. Que es cadenciosa, sin rupturas estéticas, sin sobresaltos. La naturalidad es la nota dominante. La sabiduría del jardinero sorprende al pintor, que acepta esta nueva relación en medio de una crisis creativa que se resolverá al final.

Esta es la segunda película que Auteil estrena en nuestras pantallas en pocos meses después de "Mi mejor amigo", que también tuve el gusto de comentar. En esta ocasión, el actor de "El octavo día" y "El juego de los idiotas" muestra sus habilidades con el pincel y la palabra. Por su parte, Jean-Pierre Darroussin (La ciudad está tranquila, Largo domingo de noviazgo) interpreta a un personaje bonachón que demuestra su sabiduría innata.

Pues lo dicho, no se olviden de ir a ver esta cinta. Donde el color de la campiña francesa predomina sobre la mirada gris de la gran ciudad. Y donde la felicidad está escondida en la sabiduría de una vida plena entregada a los demás.

Conversaciones con mi jardinero



Una vez más la película que quiero comentar es autorizada para todos los públicos. Pero la temática no convencerá a los jóvenes. Porque se adentra en la madurez de dos personas. Conversaciones con mi jardinero es un tándem entre el excelente Daniel Auteuil y Jean Pierre Darroussin. Hacia tiempo que no salía tan satisfecha del cine. En esta cinta se puede ver como se establece un vínculo de amistad entre dos hombres adultos, que compartieron algunas trastadas en su infancia, pero a quien la vida ha llevado por caminos muy diferentes. Rezuma valores por todos los poros de la cinta.

Tras haber triunfado en París, un pintor cincuentón va a parar a su casa de la infancia en un pueblecito francés. Allí se encuentra con un bello jardín y decide poner un anuncio en el periódico buscando jardinero. El elegido termina siendo un antiguo compañero de colegio al que no veía desde hacía años. En su día a día con el jardinero, el pintor descubre a un hombre apasionante que tiene una visión del mundo simple pero acertada.

Todo lo que pueda decir me parece de interés, pero no quiero caen en desvelar una película de la que se sale con satisfacción. La sabiduría del hombre del campo y la vuelta a los orígenes de su infancia del pintor se funden magistralmente, bajo la luz de la campiña francesa, en una amistad sólida. Una excelente fotografía y una música con trazos inolvidables. Especialmente el concierto para clarinete de Mozart.

El director, productor y coguionista de la cinta es Louis Becker, y su guión basado en la novela de Henri Cueco está excelentemente trabajado. Con seguridad ese es el primer logro de la película. Que es cadenciosa, sin rupturas estéticas, sin sobresaltos. La naturalidad es la nota dominante. La sabiduría del jardinero sorprende al pintor, que acepta esta nueva relación en medio de una crisis creativa que se resolverá al final.

Esta es la segunda película que Auteil estrena en nuestras pantallas en pocos meses después de "Mi mejor amigo", que también tuve el gusto de comentar. En esta ocasión, el actor de "El octavo día" y "El juego de los idiotas" muestra sus habilidades con el pincel y la palabra. Por su parte, Jean-Pierre Darroussin (La ciudad está tranquila, Largo domingo de noviazgo) interpreta a un personaje bonachón que demuestra su sabiduría innata.

Pues lo dicho, no se olviden de ir a ver esta cinta. Donde el color de la campiña francesa predomina sobre la mirada gris de la gran ciudad. Y donde la felicidad está escondida en la sabiduría de una vida plena entregada a los demás.