Permitan que reflexione en voz alta. Lo que está sucediendo en España con Rosa Díez es para sentarse y tomar aire. Ese nuevo partido desvinculado del PSOE es el resultado de la política nacional suicida del talante Zapatero, a quien le debemos el dudoso honor de enfrentar a los españoles en un clima fraticida. Le han salido todos los ases de la manga marcados. La única política que ha podido o sabido hacer es la de asuntos sociales. Pero se ha olvidado de gobernar para todos los españoles, que es el síndrome del inquilino de la Moncloa. Les ha pasado a todos los presidentes y éste ha venido a conseguir en tiempo récord lo que a otros les costó varias legislaturas.
A mí me cae bien Rosa Díez porque es quien ha mantenido un discurso coherente mientras el resto se revolvía en el cenagal de los dimes y diretes. Preveo un otoño caliente con numerosos frentes de fuego. La rebelión ciudadana por encima de siglas partidistas es el síntoma de que necesitamos una nueva Transición. No sé si eso supone una reforma de la Ley Electoral o una modificación de la Carta Magna. Pero de momento al Ejecutivo le salen enanos por todos los sitios.
Yo no sé si el nuevo partido colmará las aspiraciones de todos los que están hartos de que su voto sea utilizado. Para un partido somos el equivalente a un trabajador en una multinacional. Nos miden por coste beneficio y nos sacan el item de productividad, como si no hubiera detrás una persona, un corazón. Así funciona la política: si digo tal cosa aumento mi índice de popularidad; si admito otra cosa, pierdo votos. ¡Porca miseria!. El más noble de los oficios, el que implica el bien común de la sociedad, se convierte en el más sucio de los agujeros.
La verdad es que un buen bofetón a los dos partidos mayoritarios, puede que les haga retomar el rumbo. Visto que se aproximan las elecciones aquí se van a hacer de oro las empresas multimedia que miden el índice de popularidad y los votos futuros. Los asesores de imagen locos por mantener a los fieles en el partido, van a prometer el cielo. Y observaremos con un poco de mal humor como donde dije, digo diego. ¿No han hecho la prueba de guardar las promesas electorales para ver si las cumplen?. Algunas cambian de legislatura y siguen siendo promesas a las que nadie supo convertir en realidad.
Yo le deseo lo mejor a este país que es el mío y el de ustedes. Los españoles nos merecemos algo mejor. Y me alegro de observar como crecen las plataformas cívicas al margen de ciertas políticas. Ese índice de creación de asociaciones y plataformas cívicas sí que debiera preocupar a ambos partidos, porque está gritando a voces que la gente ya no confia en los políticos y que están dispuestos a plantar cara al lucero del alba. Y yo con ellos hasta donde haga falta.
A mí me cae bien Rosa Díez porque es quien ha mantenido un discurso coherente mientras el resto se revolvía en el cenagal de los dimes y diretes. Preveo un otoño caliente con numerosos frentes de fuego. La rebelión ciudadana por encima de siglas partidistas es el síntoma de que necesitamos una nueva Transición. No sé si eso supone una reforma de la Ley Electoral o una modificación de la Carta Magna. Pero de momento al Ejecutivo le salen enanos por todos los sitios.
Yo no sé si el nuevo partido colmará las aspiraciones de todos los que están hartos de que su voto sea utilizado. Para un partido somos el equivalente a un trabajador en una multinacional. Nos miden por coste beneficio y nos sacan el item de productividad, como si no hubiera detrás una persona, un corazón. Así funciona la política: si digo tal cosa aumento mi índice de popularidad; si admito otra cosa, pierdo votos. ¡Porca miseria!. El más noble de los oficios, el que implica el bien común de la sociedad, se convierte en el más sucio de los agujeros.
La verdad es que un buen bofetón a los dos partidos mayoritarios, puede que les haga retomar el rumbo. Visto que se aproximan las elecciones aquí se van a hacer de oro las empresas multimedia que miden el índice de popularidad y los votos futuros. Los asesores de imagen locos por mantener a los fieles en el partido, van a prometer el cielo. Y observaremos con un poco de mal humor como donde dije, digo diego. ¿No han hecho la prueba de guardar las promesas electorales para ver si las cumplen?. Algunas cambian de legislatura y siguen siendo promesas a las que nadie supo convertir en realidad.
Yo le deseo lo mejor a este país que es el mío y el de ustedes. Los españoles nos merecemos algo mejor. Y me alegro de observar como crecen las plataformas cívicas al margen de ciertas políticas. Ese índice de creación de asociaciones y plataformas cívicas sí que debiera preocupar a ambos partidos, porque está gritando a voces que la gente ya no confia en los políticos y que están dispuestos a plantar cara al lucero del alba. Y yo con ellos hasta donde haga falta.