viernes, 29 de agosto de 2008

Protestas por el próximo funeral solemne de las víctimas de Barajas



Hemos entrado en la guerra de comunicados. La alianza evangélica protesta formalmente porque se oficie un funeral de Estado católico el próximo día 1 con motivo de la tragedia de Barajas. También tenemos noticia de que algunas personas, tras cinco minutos de silencio que se guardaron en la madrileña plaza de Cibeles, pidieron que se celebre un funeral de Estado laico. Hay que reconocer que tienen en parte razón, había al menos un protestante evangélico, y seguramente dos o tres víctimas de otras confesiones. De manera que deben considerar un abuso la aplastante mayoría de católicos que han fallecido, entre otras cosas pensarán que muchos de ellos seguramente no eran católicos practicantes.

Bien, queda en evidencia que los laicistas tienen como apoyo a sus pretensiones de oficiar ceremonias laicas a todo tipo de creyentes no católicos. Está claro, de lo que se trata es que “hay quien ni come ni deja comer”. No vamos a vaticinar como desean despedir a sus víctimas los familiares de las mismas. Los habrá que recurran a la iglesia, porque esa es la práctica habitual con miles de difuntos. Y puede que alguno, pase olímpicamente de asistir a ninguna despedida. Bastante dolor habrán soportado como para añadir el peso de un acto que sin fe, no palia para nada el duelo.

Sin embargo, lo cierto es que la tragedia afecta a toda la ciudadanía. Afecta al Estado como institución. Y le duela a quien le duela, la mayoría de los ciudadanos españoles es de confesión católica, de manera que se decide por parte de las autoridades una ceremonia religiosa, como ha venido siendo habitual. Es evidente que podrán asistir familiares de las víctimas y muchas decidirán no estar presentes por motivos religiosos o personales. No se trata ahora de las creencias de las víctimas, sino de un acto religioso al que acuden los miembros del Ejecutivo como ceremonia de duelo oficial.

Al parecer las tragedias remueven el tema, y algunos se apuntan a hacer declaraciones en este sentido. He procurado mantenerme en silencio porque me abruma que se explote de modo sensacionalista el dolor de los demás. Me he sumado a las oraciones por el eterno descanso de las víctimas y el consuelo de sus familiares. Y me es indiferente que fueran católicos, evangélicos, musulmanes o animistas. Para mí el duelo se supera con la confianza puesta en Cristo, y deseo que las oraciones de miles de creyentes palien al menos algo del dolor que en estos momentos trágicos viven muchas familias.

Creo que el cardenal de Madrid, puede y debe hacer un funeral en memoria de las víctimas; si el Estado en consideración a la mayoría católica de los fieles apuesta por la ceremonia religiosa, el respeto hacia el duelo debiera hacer callar las voces disidentes. Pueden manifestar su contrariedad, como de hecho están haciendo, pero resulta bastante mezquino de su parte. Al parecer se quiere poner en el mismo rasero todas las creencias, sin que se considere la realidad histórica española y sus raíces católicas. Puede que el futuro nos depare esta situación, que la fe desaparezca de la mayor parte de los habitantes de España, eso sólo Dios lo sabe. Pero hoy por hoy, los católicos siguen siendo mayoría. Y resumo una triste realidad que he leído no hace mucho: En una ocasión, durante un vuelo, el sacerdote católico y su acompañante entablaron una conversación. Éste le dijo al sacerdote, “padre yo y mi familia somos muy creyentes”. El sacerdote exclamó: “¿entonces tendrán por costumbre rezar alguna oración juntos?”. A lo que repuso su acompañante: “padre, somos creyentes pero no fanáticos”.

El bochorno que produce este tipo de actitudes, no evita que la mayor parte de la ciudadanía lo viva así. De manera que cuando llega el momento del adiós, la mayoría optan por la ceremonia religiosa. Son datos que hoy por hoy, siguen siendo estadísticamente mayoritarios. Otra cosa es el hecho de que también se esté pensando por parte de las funerarias, en aquellas personas que no profesan ninguna confesión religiosa, de manera que ofrezcan una sencilla despedida. El tiempo se encargará de poner a cada uno en su lugar. También a los creyentes, porque hoy más que nunca ser católico y manifestar la fe es ya una rareza para muchos

Protestas por el próximo funeral solemne de las víctimas de Barajas



Hemos entrado en la guerra de comunicados. La alianza evangélica protesta formalmente porque se oficie un funeral de Estado católico el próximo día 1 con motivo de la tragedia de Barajas. También tenemos noticia de que algunas personas, tras cinco minutos de silencio que se guardaron en la madrileña plaza de Cibeles, pidieron que se celebre un funeral de Estado laico. Hay que reconocer que tienen en parte razón, había al menos un protestante evangélico, y seguramente dos o tres víctimas de otras confesiones. De manera que deben considerar un abuso la aplastante mayoría de católicos que han fallecido, entre otras cosas pensarán que muchos de ellos seguramente no eran católicos practicantes.

Bien, queda en evidencia que los laicistas tienen como apoyo a sus pretensiones de oficiar ceremonias laicas a todo tipo de creyentes no católicos. Está claro, de lo que se trata es que “hay quien ni come ni deja comer”. No vamos a vaticinar como desean despedir a sus víctimas los familiares de las mismas. Los habrá que recurran a la iglesia, porque esa es la práctica habitual con miles de difuntos. Y puede que alguno, pase olímpicamente de asistir a ninguna despedida. Bastante dolor habrán soportado como para añadir el peso de un acto que sin fe, no palia para nada el duelo.

Sin embargo, lo cierto es que la tragedia afecta a toda la ciudadanía. Afecta al Estado como institución. Y le duela a quien le duela, la mayoría de los ciudadanos españoles es de confesión católica, de manera que se decide por parte de las autoridades una ceremonia religiosa, como ha venido siendo habitual. Es evidente que podrán asistir familiares de las víctimas y muchas decidirán no estar presentes por motivos religiosos o personales. No se trata ahora de las creencias de las víctimas, sino de un acto religioso al que acuden los miembros del Ejecutivo como ceremonia de duelo oficial.

Al parecer las tragedias remueven el tema, y algunos se apuntan a hacer declaraciones en este sentido. He procurado mantenerme en silencio porque me abruma que se explote de modo sensacionalista el dolor de los demás. Me he sumado a las oraciones por el eterno descanso de las víctimas y el consuelo de sus familiares. Y me es indiferente que fueran católicos, evangélicos, musulmanes o animistas. Para mí el duelo se supera con la confianza puesta en Cristo, y deseo que las oraciones de miles de creyentes palien al menos algo del dolor que en estos momentos trágicos viven muchas familias.

Creo que el cardenal de Madrid, puede y debe hacer un funeral en memoria de las víctimas; si el Estado en consideración a la mayoría católica de los fieles apuesta por la ceremonia religiosa, el respeto hacia el duelo debiera hacer callar las voces disidentes. Pueden manifestar su contrariedad, como de hecho están haciendo, pero resulta bastante mezquino de su parte. Al parecer se quiere poner en el mismo rasero todas las creencias, sin que se considere la realidad histórica española y sus raíces católicas. Puede que el futuro nos depare esta situación, que la fe desaparezca de la mayor parte de los habitantes de España, eso sólo Dios lo sabe. Pero hoy por hoy, los católicos siguen siendo mayoría. Y resumo una triste realidad que he leído no hace mucho: En una ocasión, durante un vuelo, el sacerdote católico y su acompañante entablaron una conversación. Éste le dijo al sacerdote, “padre yo y mi familia somos muy creyentes”. El sacerdote exclamó: “¿entonces tendrán por costumbre rezar alguna oración juntos?”. A lo que repuso su acompañante: “padre, somos creyentes pero no fanáticos”.

El bochorno que produce este tipo de actitudes, no evita que la mayor parte de la ciudadanía lo viva así. De manera que cuando llega el momento del adiós, la mayoría optan por la ceremonia religiosa. Son datos que hoy por hoy, siguen siendo estadísticamente mayoritarios. Otra cosa es el hecho de que también se esté pensando por parte de las funerarias, en aquellas personas que no profesan ninguna confesión religiosa, de manera que ofrezcan una sencilla despedida. El tiempo se encargará de poner a cada uno en su lugar. También a los creyentes, porque hoy más que nunca ser católico y manifestar la fe es ya una rareza para muchos

viernes, 22 de agosto de 2008

En China los mendigos también dan mala imagen


Estos días de canícula estival, las noches se vuelven insoportables para quien no disponga de refrigeración. El mes de agosto nos está dejando unos días y noches insufribles con ese calor pegajoso del mediterráneo que se adhiere a la piel. Por eso lo más frecuente es prolongar las noches, salir a una terraza o ir al cine de verano, de manera que el regreso a casa permita descansar al cuerpo.

He estado en la filmoteca, todos los veranos reponen películas que forman parte de la historia de la cinematografía. Me refiero a “Los viajes de Sullivan”, una obra donde la miseria y la fastuosidad se unen de manera surrealista. El director de cine Sullivan, un multimillonario ocupado en rodar comedias, considera que en un país inmerso en la segunda guerra mundial, hay que presentar vidas reales, hacer pensar a la gente, y decide vivir como un vagabundo para conocer de primera mano en qué consiste la pobreza. Diez dólares y un disfraz de menesteroso le llevan a vivir aventura tras aventura, hasta llegar a ser condenado a trabajos forzados.

Una buena película de Preston Sturges, con guión del mismo director y la presencia de Joel MoCrea y Verónica Lake, junto a unos secundarios del cine de los cuarenta imprescindibles.La película combina perfectamente la magia de Hollywood y la miseria de la América profunda.
Mientras veía la película donde la mendicidad llega a extremos de indignidad, no dejaba de pensar en las medidas que Italia reserva para sus ciudades turísticas, prohibición absoluta de mendigar. Parece que la pobreza debe esconderse a los ojos consumistas del viajero. Pero la realidad de los restaurantes de muchos tenedores es que fuera, al lado de sus contenedores, esperan con paciencia aquellos que no tienen para comer.

Muchas de las casas de misericordia que acogen a los sin techos subsisten gracias a aquellos productos semicaducados de las grandes superficies comerciales. Y a sus entradas siempre encuentras alguien que espera recibir ayuda. En nuestras iglesias sucede otro tanto, allí a la espera de la misericordia ajena llegan los mendigos extendiendo la mano.

En Italia las ciudades de Verona, Venecia, Florencia y Trieste, prohíben la mendicidad y el presidente del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, el cardenal Renato Martino, ha calificado de "inaceptable" la prohibición de mendigar. Para el prelado, pedir limosna "es un derecho humano fundamental” cuando se tiene hambre y frío. Es el derecho del pobre a buscar un trozo de pan o también pedir ayuda al prójimo para despertar en él un sentimiento de humanidad".

No me sorprende que Italia ande con esas estrategias de “cara a la galería” y no dejo de recordar que ayer se iniciaban los fastuosos Juegos Olímpicos en China, con las mismas medidas, desterrar la miseria de los ojos de los extranjeros. Vender la fachada del progreso y el auge económico, suprimir la contaminación ambiental cerrando determinadas fábricas. Todo con objeto de dar buena imagen. Estamos en la época de la publicidad, donde todo se compra y se vende según el impacto que se reciba. La calidad, la verdad, son secundarias. Continuemos por tanto en el “mundo feliz” que nos ofrece la precaria interculturalidad por unos días, a cuenta de los dichosos juegos, mientras millones de seres humanos siguen rebuscando en los contenedores de los restaurantes y durmiendo debajo de los puentes de las ciudades.

En definitiva seguimos la estética de “los viajes de Sullivan” pero a la inversa. Ahora se trata de aparentar aquello que no existe en la realidad, la competición olimpica en un país que sigue ejecutando a sus disidentes y prohibiendo la libertad de culto, bien vale cerrar los ojos por unos cuantos millones de inversión a consta del pueblo chino.

En China los mendigos también dan mala imagen


Estos días de canícula estival, las noches se vuelven insoportables para quien no disponga de refrigeración. El mes de agosto nos está dejando unos días y noches insufribles con ese calor pegajoso del mediterráneo que se adhiere a la piel. Por eso lo más frecuente es prolongar las noches, salir a una terraza o ir al cine de verano, de manera que el regreso a casa permita descansar al cuerpo.

He estado en la filmoteca, todos los veranos reponen películas que forman parte de la historia de la cinematografía. Me refiero a “Los viajes de Sullivan”, una obra donde la miseria y la fastuosidad se unen de manera surrealista. El director de cine Sullivan, un multimillonario ocupado en rodar comedias, considera que en un país inmerso en la segunda guerra mundial, hay que presentar vidas reales, hacer pensar a la gente, y decide vivir como un vagabundo para conocer de primera mano en qué consiste la pobreza. Diez dólares y un disfraz de menesteroso le llevan a vivir aventura tras aventura, hasta llegar a ser condenado a trabajos forzados.

Una buena película de Preston Sturges, con guión del mismo director y la presencia de Joel MoCrea y Verónica Lake, junto a unos secundarios del cine de los cuarenta imprescindibles.La película combina perfectamente la magia de Hollywood y la miseria de la América profunda.
Mientras veía la película donde la mendicidad llega a extremos de indignidad, no dejaba de pensar en las medidas que Italia reserva para sus ciudades turísticas, prohibición absoluta de mendigar. Parece que la pobreza debe esconderse a los ojos consumistas del viajero. Pero la realidad de los restaurantes de muchos tenedores es que fuera, al lado de sus contenedores, esperan con paciencia aquellos que no tienen para comer.

Muchas de las casas de misericordia que acogen a los sin techos subsisten gracias a aquellos productos semicaducados de las grandes superficies comerciales. Y a sus entradas siempre encuentras alguien que espera recibir ayuda. En nuestras iglesias sucede otro tanto, allí a la espera de la misericordia ajena llegan los mendigos extendiendo la mano.

En Italia las ciudades de Verona, Venecia, Florencia y Trieste, prohíben la mendicidad y el presidente del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, el cardenal Renato Martino, ha calificado de "inaceptable" la prohibición de mendigar. Para el prelado, pedir limosna "es un derecho humano fundamental” cuando se tiene hambre y frío. Es el derecho del pobre a buscar un trozo de pan o también pedir ayuda al prójimo para despertar en él un sentimiento de humanidad".

No me sorprende que Italia ande con esas estrategias de “cara a la galería” y no dejo de recordar que ayer se iniciaban los fastuosos Juegos Olímpicos en China, con las mismas medidas, desterrar la miseria de los ojos de los extranjeros. Vender la fachada del progreso y el auge económico, suprimir la contaminación ambiental cerrando determinadas fábricas. Todo con objeto de dar buena imagen. Estamos en la época de la publicidad, donde todo se compra y se vende según el impacto que se reciba. La calidad, la verdad, son secundarias. Continuemos por tanto en el “mundo feliz” que nos ofrece la precaria interculturalidad por unos días, a cuenta de los dichosos juegos, mientras millones de seres humanos siguen rebuscando en los contenedores de los restaurantes y durmiendo debajo de los puentes de las ciudades.

En definitiva seguimos la estética de “los viajes de Sullivan” pero a la inversa. Ahora se trata de aparentar aquello que no existe en la realidad, la competición olimpica en un país que sigue ejecutando a sus disidentes y prohibiendo la libertad de culto, bien vale cerrar los ojos por unos cuantos millones de inversión a consta del pueblo chino.

viernes, 15 de agosto de 2008

Que la paz llegue al corazón de las víctimas



Un verano con juegos olímpicos en una dictadura comunista vendida al capitalismo. Una guerra en Georgia; veinte más desperdigadas por el mundo; un Papa con complementos revestidos de armiño que levanta las protestas de los protectores de animales; un país vapuleado por la crisis económica; un presidente de vacaciones; un titular que sigue el escándalo de los abusos sexuales del clero. Hay material más que suficiente para hincar el diente en cualquier sentido. Pero el goteo de los abusos sexuales sigue siendo demoledor en determinada prensa.

Y pese a que existe mucha bondad repartida por el mundo, sacar a la luz la porquería nos salpica a todos un poco. Como no hay mal que por bien no venga, ahora nos consta que la Iglesia toma conciencia de los pecados de sus hijos y no tratará de ocultarlos a la luz pública. Lo exige la dignidad de las víctimas, los grandes perdedores de esa lamentable perversión. Que exista una indemnización económica no va a evitar el conflicto interior de estas personas. Ni el daño moral a la que han sido expuestas. Ante hechos de ese calibre lo mejor es dejar actuar a la justicia, condenar al abusador y reparar el daño a la víctima.

He leído que un padre obligaba a ver videos pornos a sus hijos y luego abusaba de ellos. Sin embargo nadie en su sano juicio deduce de este hecho que todos los padres son en potencia unos abusadores. De manera que por muchos titulares que quieran ensuciar la imagen de la Iglesia, lo cierto es que brilla más la luz de sus buenas obras que la debilidad de sus miembros. Y cualquier obispo tiene que tener claro el camino a seguir. Nada de esconder y disculpar. Se trata de un delito que ha de ser castigado públicamente.

Lo que si que podemos hacer es orar por las víctimas de cualquier abuso, especialmente aquellas que han sido vejadas por religiosos o sacerdotes. De la misma manera que se suceden vigilias de oración por los niños no nacidos, propongo actos de desagravio público de estos hechos lamentables. Un gesto maravilloso de Juan Pablo II fue precisamente pedir perdón por todos los errores de la Iglesia. Pues bien, yo pediría a los creyentes que oren por las víctimas de abusos sexuales. Una cadena de oración que pueda hacerles llegar algo más que la indemnización económica.

En el ángelus de hoy el Papa afirmaba que quien ora nunca pierde la esperanza. Y es importante que la víctima vea la solidaridad de quienes son hermanos en la fe, para que la porquería quede lavada de algún modo, para que no pierdan la esperanza y algún día puedan ser capaces de perdonar el mal que les hicieron. Esa sería la señal de que la oración no ha sido vana, que Dios ha escuchado a sus hijos y ellos han sanado sus heridas.

Después de leer tantas veces los mismos titulares, al menos me gustaría encontrar a pie de página de Religión Digital, una oración por las víctimas: Díos mío que repartes tu infinita misericordia por todo el mundo, salva las almas de quienes fueron sometidos a toda clase de vejación, que no pierdan nunca la esperanza de que son hijos amados de Dios. Y que la oración de todos los fieles le devuelva la paz y les convierta a su vez en misericordiosos para que también puedan perdonar.

Esto que he formulado a modo de oración, no exime para nada del castigo civil que todo culpable debe recibir. No se entienda que al pedir el perdón queda exento de castigo el abusador. Pero bueno, supongo que todos me han comprendido, lo que se busca es la paz de la víctima

Que la paz llegue al corazón de las víctimas



Un verano con juegos olímpicos en una dictadura comunista vendida al capitalismo. Una guerra en Georgia; veinte más desperdigadas por el mundo; un Papa con complementos revestidos de armiño que levanta las protestas de los protectores de animales; un país vapuleado por la crisis económica; un presidente de vacaciones; un titular que sigue el escándalo de los abusos sexuales del clero. Hay material más que suficiente para hincar el diente en cualquier sentido. Pero el goteo de los abusos sexuales sigue siendo demoledor en determinada prensa.

Y pese a que existe mucha bondad repartida por el mundo, sacar a la luz la porquería nos salpica a todos un poco. Como no hay mal que por bien no venga, ahora nos consta que la Iglesia toma conciencia de los pecados de sus hijos y no tratará de ocultarlos a la luz pública. Lo exige la dignidad de las víctimas, los grandes perdedores de esa lamentable perversión. Que exista una indemnización económica no va a evitar el conflicto interior de estas personas. Ni el daño moral a la que han sido expuestas. Ante hechos de ese calibre lo mejor es dejar actuar a la justicia, condenar al abusador y reparar el daño a la víctima.

He leído que un padre obligaba a ver videos pornos a sus hijos y luego abusaba de ellos. Sin embargo nadie en su sano juicio deduce de este hecho que todos los padres son en potencia unos abusadores. De manera que por muchos titulares que quieran ensuciar la imagen de la Iglesia, lo cierto es que brilla más la luz de sus buenas obras que la debilidad de sus miembros. Y cualquier obispo tiene que tener claro el camino a seguir. Nada de esconder y disculpar. Se trata de un delito que ha de ser castigado públicamente.

Lo que si que podemos hacer es orar por las víctimas de cualquier abuso, especialmente aquellas que han sido vejadas por religiosos o sacerdotes. De la misma manera que se suceden vigilias de oración por los niños no nacidos, propongo actos de desagravio público de estos hechos lamentables. Un gesto maravilloso de Juan Pablo II fue precisamente pedir perdón por todos los errores de la Iglesia. Pues bien, yo pediría a los creyentes que oren por las víctimas de abusos sexuales. Una cadena de oración que pueda hacerles llegar algo más que la indemnización económica.

En el ángelus de hoy el Papa afirmaba que quien ora nunca pierde la esperanza. Y es importante que la víctima vea la solidaridad de quienes son hermanos en la fe, para que la porquería quede lavada de algún modo, para que no pierdan la esperanza y algún día puedan ser capaces de perdonar el mal que les hicieron. Esa sería la señal de que la oración no ha sido vana, que Dios ha escuchado a sus hijos y ellos han sanado sus heridas.

Después de leer tantas veces los mismos titulares, al menos me gustaría encontrar a pie de página de Religión Digital, una oración por las víctimas: Díos mío que repartes tu infinita misericordia por todo el mundo, salva las almas de quienes fueron sometidos a toda clase de vejación, que no pierdan nunca la esperanza de que son hijos amados de Dios. Y que la oración de todos los fieles le devuelva la paz y les convierta a su vez en misericordiosos para que también puedan perdonar.

Esto que he formulado a modo de oración, no exime para nada del castigo civil que todo culpable debe recibir. No se entienda que al pedir el perdón queda exento de castigo el abusador. Pero bueno, supongo que todos me han comprendido, lo que se busca es la paz de la víctima

viernes, 8 de agosto de 2008

Aquellos años de Pablo VI


Si, lo sé, de nuevo rompo las vacaciones para dejar caer unas notas. Pero es que me ha crecido la imperiosa necesidad de hablar de Pablo VI. Hoy hace treinta años de su óbito, del cuál no guardo ningún recuerdo. Por aquel entonces apenas veía la televisión. Pero fue mi Papa en los libros de religión de la escuela. Si, la escuela del nacionalcatolicismo, que yo no recuerdo ni tan mala ni tan como algunos se empeñan en criticar. En esa escuela yo aprendí a conocer el Evangelio y la misa dejó de ser una cosa rara para pasar a convertirse en Sacrificio y oblación. Esas cosas quedan en la memoria grabadas a fuego y son de las que a veces, cuando perdemos el rumbo, tiramos de ellas y nos devuelven al origen. Son anclas firmes, o semillas buenas, son tan importantes que sin ellas no seríamos quienes somos.

Y hoy día en el que celebramos la Transfiguración del Señor en el monte Tabor se fue Pablo VI en 1978, pasó a la casa del Padre. Cuento los años y lo veo todo en blanco y negro, el color estaba reservado para el cine y yo era todavía adolescente. Creo que para mí ha significado mucho más Pablo VI que Juan Pablo II. Y tiene su explicación, es el Papa del Concilio Vaticano II el que abrió la puerta a la modernidad y aunque se empeñen en decir que por ella se introdujo el humo de Satanás, yo sigo creyendo que el mundo no sería lo que es hoy sin este Papa ni mucho menos sin Juan Pablo II. Son generaciones enteras marcadas por el Espíritu del Concilio. Y se hicieron tantas cosas, y se regó con tanta sangre, que ni el mismo milagro de la caída del muro de Berlín y del hundimiento de la URRS dejarían de entenderse sin aquel Espíritu de por medio.

Las comparaciones son odiosas porque todas las generaciones tienen su encanto, su seña de identidad. Pero en España los que empezábamos a caminar con la democracia teníamos también la marca de la casa. Creíamos en el Concilio y que aquello iba a cambiar la faz de la Tierra. Lo decían nuestros cantos, las guitarras, los poemas, medio mundo andaba revolucionado y el recuerdo de la cruel guerra en Vietnam nos tenía a todos enfadados. En Chile el socialismo moría con Allende, en Argentina la dictadura apretaba el cinturón a todos los idealistas. Creo que hay algo común a cualquier juventud, es precisamente el idealismo. Y hay mucha sangre jóven caída por los sueños. Supongo que hoy sigue existiendo la marca de la casa. El ímpetu de las Jornadas Mundiales de la Juventud nos da la réplica a nuestra época.Y ahí están también los jóvenes antisistema.

Yo hubiera querido hablar de Pablo VI, del cardenal Montini, mi Papa, el de mi infancia y juventud; sin que Juan Pablo II lo deje eclipsado, porque supuso toda una revolución en la curia Vaticana, un Papa eslavo, ahí es nada. Se rompía la tradición de siglos de influencia italiana. Y supongo que el espíritu del Concilio influyó mucho en la decisión, lo mismo que en la elección de Benedicto XVI, donde debieron considerar la máxima ignaciana: “En tiempo de tribulación mejor no hacer mudanza”Ya lo dijo la santa de Ávila: “Dios escribe recto con reglones torcidos”. Me da que siempre tenemos el Papa que necesitamos, aunque algunos se empeñen en poner código de barras y fecha de caducidad incluso a los Papas.

Pues he tomado un poco de aire al recordar aquellos años que ahora las nuevas tecnologías permiten retomar en color. ¿De qué color es la piel de Dios....?, decía una canción de la época. Y hoy aquello de “Todos son iguales a los ojos de Dios” queda más claro que entonces. Ahora nuestras calles son más cosmopolitas desde la ciudad hasta la población más remota, vivimos con una marea humana de diferente credo y religión. Es la misma imagen que se colocaba en aquellos libros. Donde el reverendo Luther King aparecía al lado de Gandhi y se creía en el ecumenismo a pie de puntillas. Es cierto que el largo pontificado de Juan Pablo II ha sido muy importante, pero yo sigo teniendo presente a Pablo VI y a Juan XXIII. No es posible que Concilio no estuviera guiado por la mano de Dios. Todas las revoluciones transforman el mundo y aquellos fueron años de revoluciones. Bendito sea Dios que nos dejó el testimonio de Pablo VI en la memoria.

Aquellos años de Pablo VI


Si, lo sé, de nuevo rompo las vacaciones para dejar caer unas notas. Pero es que me ha crecido la imperiosa necesidad de hablar de Pablo VI. Hoy hace treinta años de su óbito, del cuál no guardo ningún recuerdo. Por aquel entonces apenas veía la televisión. Pero fue mi Papa en los libros de religión de la escuela. Si, la escuela del nacionalcatolicismo, que yo no recuerdo ni tan mala ni tan como algunos se empeñan en criticar. En esa escuela yo aprendí a conocer el Evangelio y la misa dejó de ser una cosa rara para pasar a convertirse en Sacrificio y oblación. Esas cosas quedan en la memoria grabadas a fuego y son de las que a veces, cuando perdemos el rumbo, tiramos de ellas y nos devuelven al origen. Son anclas firmes, o semillas buenas, son tan importantes que sin ellas no seríamos quienes somos.

Y hoy día en el que celebramos la Transfiguración del Señor en el monte Tabor se fue Pablo VI en 1978, pasó a la casa del Padre. Cuento los años y lo veo todo en blanco y negro, el color estaba reservado para el cine y yo era todavía adolescente. Creo que para mí ha significado mucho más Pablo VI que Juan Pablo II. Y tiene su explicación, es el Papa del Concilio Vaticano II el que abrió la puerta a la modernidad y aunque se empeñen en decir que por ella se introdujo el humo de Satanás, yo sigo creyendo que el mundo no sería lo que es hoy sin este Papa ni mucho menos sin Juan Pablo II. Son generaciones enteras marcadas por el Espíritu del Concilio. Y se hicieron tantas cosas, y se regó con tanta sangre, que ni el mismo milagro de la caída del muro de Berlín y del hundimiento de la URRS dejarían de entenderse sin aquel Espíritu de por medio.

Las comparaciones son odiosas porque todas las generaciones tienen su encanto, su seña de identidad. Pero en España los que empezábamos a caminar con la democracia teníamos también la marca de la casa. Creíamos en el Concilio y que aquello iba a cambiar la faz de la Tierra. Lo decían nuestros cantos, las guitarras, los poemas, medio mundo andaba revolucionado y el recuerdo de la cruel guerra en Vietnam nos tenía a todos enfadados. En Chile el socialismo moría con Allende, en Argentina la dictadura apretaba el cinturón a todos los idealistas. Creo que hay algo común a cualquier juventud, es precisamente el idealismo. Y hay mucha sangre jóven caída por los sueños. Supongo que hoy sigue existiendo la marca de la casa. El ímpetu de las Jornadas Mundiales de la Juventud nos da la réplica a nuestra época.Y ahí están también los jóvenes antisistema.

Yo hubiera querido hablar de Pablo VI, del cardenal Montini, mi Papa, el de mi infancia y juventud; sin que Juan Pablo II lo deje eclipsado, porque supuso toda una revolución en la curia Vaticana, un Papa eslavo, ahí es nada. Se rompía la tradición de siglos de influencia italiana. Y supongo que el espíritu del Concilio influyó mucho en la decisión, lo mismo que en la elección de Benedicto XVI, donde debieron considerar la máxima ignaciana: “En tiempo de tribulación mejor no hacer mudanza”Ya lo dijo la santa de Ávila: “Dios escribe recto con reglones torcidos”. Me da que siempre tenemos el Papa que necesitamos, aunque algunos se empeñen en poner código de barras y fecha de caducidad incluso a los Papas.

Pues he tomado un poco de aire al recordar aquellos años que ahora las nuevas tecnologías permiten retomar en color. ¿De qué color es la piel de Dios....?, decía una canción de la época. Y hoy aquello de “Todos son iguales a los ojos de Dios” queda más claro que entonces. Ahora nuestras calles son más cosmopolitas desde la ciudad hasta la población más remota, vivimos con una marea humana de diferente credo y religión. Es la misma imagen que se colocaba en aquellos libros. Donde el reverendo Luther King aparecía al lado de Gandhi y se creía en el ecumenismo a pie de puntillas. Es cierto que el largo pontificado de Juan Pablo II ha sido muy importante, pero yo sigo teniendo presente a Pablo VI y a Juan XXIII. No es posible que Concilio no estuviera guiado por la mano de Dios. Todas las revoluciones transforman el mundo y aquellos fueron años de revoluciones. Bendito sea Dios que nos dejó el testimonio de Pablo VI en la memoria.

viernes, 1 de agosto de 2008

Los murmullos se oyen a gritos

La actualidad religiosa de hoy la constituye la reunión a puerta cerrada que han llevado a cabo el Presidente Zapatero y monseñor Rouco Valera. Es una reunión prevista en la agenda de ambos desde que se renovaron los cargos en la Conferencia Episcopal y, además incluye temas de reciente actualidad como es la elección de la capital de España para ser sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud.

Pueden estar a puerta cerrada pero el murmullo de sus voces salen apuntando a salvar las relaciones dentro de la buena voluntad del Gobierno para no enfrentarse directamente con la Iglesia. Y también la misma Iglesia sigue los pasos de la diplomacia y la colaboración. Sin embargo, ahí estarán presentes la futura reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa y el avance en el laicismo. Lo que no sabemos es si este avance seguirá las reglas de juego de una sana laicidad o persistirá en su deseo de inmiscuirse en la conciencia de los ciudadanos, adoctrinando desde la escuela y con la maquinaria engrasada de los Medios de Comunicación, al servicio de la ingeniería social.

Tenemos ya larga experiencia de lo que podemos esperar de eso que todavía se llama socialismo, pero que en realidad se corresponde con unas bases que atentan incluso al humanismo sin credos que es el origen de la ideología socialista. Ahora el aborto quiere convertirse en “derecho”, perdiendo su justa tutela de la Ley que siempre lo ha considerado un delito. Del mismo modo el derecho a la vida está siendo cuestionado en manos de nuestro flamante ministro de Sanidad y de la deriva social a favor de la eutanasia.

Si quieren que les sea sincera, el enfrentamiento seguirá produciéndose, porque la Ley de Dios está por encima de cualquier componenda jurídica o de relaciones bilaterales. Ese juego de ceder para ganar, se parece más a la técnica del avestruz que a la de profetas inspirados. En cualquier caso las relaciones seguirán produciéndose porque hay una Constitución que garantiza la libertad religiosa. Por otra parte el gobierno Zapatero ha perdido apoyos ante la constatación de la irreversible crisis que afecta a nuestra sociedad. No está en posición de tener que batallar en todos los frentes.

Además, se da la paradoja de que es la misma Iglesia quien soluciona parte de sus problemas sociales, por medio de Cáritas y decenas de organizaciones que atienden a ese grupo de ciudadanos abandonados por la coyuntura económica. El excedente de mano de obra convierte al paro en una sombra siniestra para miles de hogares. Y aunque el pesebre socialista tiene asegurado a los sindicatos con múltiples subvenciones y ventajas que les hacen inoperantes y de hecho más bien cómplices de los desajustes sociales. Lo cierto es que el cierre de empresas y la avalancha social puede dar al traste el idílico paraíso que aparenta este país, hipnotizados ahora por los éxitos deportivos de última hora.

La realidad seguirá siendo la que es y ha venido sucediéndose. Tenemos potencial de futuro pero muy malas perspectivas. El tiempo de “la movida” ha finalizado. Ahora viene la cuenta atrás para poner los medios necesarios y lo que estamos observando es que las bases siguen siendo malas. Se construyen escenarios para películas cuyo decorado queda luego obsoleto. Se vende una imagen ficticia.

Frente a este panorama, la Iglesia seguirá colaborando con el Estado y recibiendo su ayuda, porque se necesitan. Quedan pendientes de reaccionar la federación de religiosos que como a los sindicatos les han llenado la mano para que callen a cualquier precio. Si no despiertan serán cómplices silenciosos de lo que pueda suceder. Ahora más que nunca se necesita dar la cara y no venderse por un plato de lentejas, por mucha hambre que se tenga. La Verdad es la que es y hay que defenderla.

Los murmullos se oyen a gritos

La actualidad religiosa de hoy la constituye la reunión a puerta cerrada que han llevado a cabo el Presidente Zapatero y monseñor Rouco Valera. Es una reunión prevista en la agenda de ambos desde que se renovaron los cargos en la Conferencia Episcopal y, además incluye temas de reciente actualidad como es la elección de la capital de España para ser sede de la próxima Jornada Mundial de la Juventud.

Pueden estar a puerta cerrada pero el murmullo de sus voces salen apuntando a salvar las relaciones dentro de la buena voluntad del Gobierno para no enfrentarse directamente con la Iglesia. Y también la misma Iglesia sigue los pasos de la diplomacia y la colaboración. Sin embargo, ahí estarán presentes la futura reforma de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa y el avance en el laicismo. Lo que no sabemos es si este avance seguirá las reglas de juego de una sana laicidad o persistirá en su deseo de inmiscuirse en la conciencia de los ciudadanos, adoctrinando desde la escuela y con la maquinaria engrasada de los Medios de Comunicación, al servicio de la ingeniería social.

Tenemos ya larga experiencia de lo que podemos esperar de eso que todavía se llama socialismo, pero que en realidad se corresponde con unas bases que atentan incluso al humanismo sin credos que es el origen de la ideología socialista. Ahora el aborto quiere convertirse en “derecho”, perdiendo su justa tutela de la Ley que siempre lo ha considerado un delito. Del mismo modo el derecho a la vida está siendo cuestionado en manos de nuestro flamante ministro de Sanidad y de la deriva social a favor de la eutanasia.

Si quieren que les sea sincera, el enfrentamiento seguirá produciéndose, porque la Ley de Dios está por encima de cualquier componenda jurídica o de relaciones bilaterales. Ese juego de ceder para ganar, se parece más a la técnica del avestruz que a la de profetas inspirados. En cualquier caso las relaciones seguirán produciéndose porque hay una Constitución que garantiza la libertad religiosa. Por otra parte el gobierno Zapatero ha perdido apoyos ante la constatación de la irreversible crisis que afecta a nuestra sociedad. No está en posición de tener que batallar en todos los frentes.

Además, se da la paradoja de que es la misma Iglesia quien soluciona parte de sus problemas sociales, por medio de Cáritas y decenas de organizaciones que atienden a ese grupo de ciudadanos abandonados por la coyuntura económica. El excedente de mano de obra convierte al paro en una sombra siniestra para miles de hogares. Y aunque el pesebre socialista tiene asegurado a los sindicatos con múltiples subvenciones y ventajas que les hacen inoperantes y de hecho más bien cómplices de los desajustes sociales. Lo cierto es que el cierre de empresas y la avalancha social puede dar al traste el idílico paraíso que aparenta este país, hipnotizados ahora por los éxitos deportivos de última hora.

La realidad seguirá siendo la que es y ha venido sucediéndose. Tenemos potencial de futuro pero muy malas perspectivas. El tiempo de “la movida” ha finalizado. Ahora viene la cuenta atrás para poner los medios necesarios y lo que estamos observando es que las bases siguen siendo malas. Se construyen escenarios para películas cuyo decorado queda luego obsoleto. Se vende una imagen ficticia.

Frente a este panorama, la Iglesia seguirá colaborando con el Estado y recibiendo su ayuda, porque se necesitan. Quedan pendientes de reaccionar la federación de religiosos que como a los sindicatos les han llenado la mano para que callen a cualquier precio. Si no despiertan serán cómplices silenciosos de lo que pueda suceder. Ahora más que nunca se necesita dar la cara y no venderse por un plato de lentejas, por mucha hambre que se tenga. La Verdad es la que es y hay que defenderla.