No estamos frente a cualquier película. Se trata de una obra llena de genialidad, por su producción, dirección, guión e interpretación. Puede que a muchos no les convenza, pero a mí, saber que está basada en un hecho real me estremece. Una magistral puesta en escena de la corrupción policial en los años veinte y como el sistema logra desentrañar la madeja. Qué quieren que les diga, me resulta gratificante saber que con la mierda algunas veces tirar de la cadena es más que suficiente.
Por otra parte encontrarme frente a una madre soltera, trabajadora y fiel cumplidora de todas sus obligaciones, me sitúa delante de un canto a la vida. Porque se trata de una película que reivindica la vida y el amor maternal. Una madre que encuentra su mejor apoyo en un predicador de la iglesia evangélica, quien utilizando la radio para sus homilías se sirve también de la misma para denunciar la corrupción en la ciudad.
El argumento es un verdadero drama. Los Ángeles, años 20. Un fatídico día, al regresar del trabajo, Christine descubre que su hijo ha desaparecido. Nada más denunciar el suceso, la policía inicia una minuciosa pero infructuosa búsqueda. El caso da un giro cuando, meses después, los agentes llevan ante Christine a un chaval de nueve años que dice ser su hijo. Convencida de que no es la madre de ese niño, será acusada de perturbada mental por las autoridades y luchará por saber la verdad con la única ayuda del reverendo Briegleb.
Miren es un papel hecho a la medida de cualquier actriz que quiera demostrar su talento, pero en cuestión de gustos ya saben, colores. Agelina Jolie realiza lo que puede que sea su mejor incursión en el drama. Un papel que le va como un guante y puede que incluso le otorgue el Óscar. Yo desde luego apuesto por la película, por su director y productor Clint Eastwood, sin descartar al inquietante John Malkovich en su papel de predicador.
Es una película sobre el amor y los valores auténticos, pero también un retrazo de historia de la América de los años veinte y treinta. Muy bien ambientada con un guión trabajado que mantiene la atención del espectador llenándolo de sentimientos tan encontrados como la ternura o la aversión. Porque frente al mal, siempre cabe la pregunta: ¿cómo es posible hacer semejantes cosas?.
Ciento cuarenta minutos de intensidad dramática resuelta con brillantez, aunque la historia por real, no deje de provocar cierta tristeza. Recomiendo a los amantes de las películas con consistencia que visionen El Intercambio. Absténganse los detractores de Angelina Jolie o John Malkovich, porque les verán fuera de sus registros habituales. Pero sólo por eso, ya vale la pena ir a ver la película.
Yo me quedo con algunas frases memorables. “Mamá por qué me abandonó papá”. “No te abandonó cariño, tu viniste con un paquete que el no quiso adquirir, un paquete llamado responsabilidad”. No les parece genial. Una madre soltera dispuesta a hacer frente a la vida y educar a un niño ella sola. Frases así, hacen que se recuerde siempre una película.
No se priven de ver como la fuerza de los ciudadanos da un giro a la historia cuando todo parece perdido. La gente cuando se une puede hacer cosas maravillosas o terribles, en este caso sacan lo mejor de sí mismos. Todo un bloque de valores para reflexionar en familia, desde los más pequeños a los mayores. Ya me cuentan