viernes, 5 de septiembre de 2008

Honremos su memoria y que descansen en paz

Estaba decidida a pasar página una vez más, pero ¡qué narices! otros vienen abriendo fosas buscando a sus muertos y ahora se les añade al grupo, Baltasar Garzón, el Juez estrella de la Audiencia. Está empeñado en contabilizar desaparecidos, enterrados, ajusticiados. Aquello de “liberta, libertad, sin ira libertad”, ya no cuenta. Volvemos a levantar los fantasmas del pasado. ¡Pobres muertos, les buscan una tumba en lugar sagrado!. Un nombre en una lápida y a no les extrañe que inscriban caído por Negrín y la Pasionaria.

Ya sé que les parecerá de mal gusto pero puestos a reivindicar memoria histórica tendremos que inventar epitafios para los huesos de estos venerables antepasados que vuelven a revivir, gracias a las asociaciones de víctimas. Se ha levantado la guadaña para purificar a los rojos asesinos y convertirles en hermanos de la internacional, bondadosos anarquistas, y pacíficos republicanos. Y dale con sacar el pedigrí de demócrata, parece que eso da un plus de autenticidad que adolece en aquellos otros quienes de victoriosos pasaron a denominarse sublevados.

Cuántas mentiras nos contaron, gimen ahora los tataranietos de los ilustres “represaliados”. Todos ellos seguidores de la serie “Amar en tiempos de guerra”. El lavado histórico comenzó en la Transición y no han parado desde entonces. Estoy segura que ha Franco le han puesto el Tridente y alguno le añade el rabo del mismo Satanás. ¡Cuánto dolor acumulado!.

Las guerras son una desgracia, si encima suceden entre hermanos de sangre ya para que vamos a contar. Los pueblos civilizados han conocido contiendas fratricidas, la revolución francesa, la rusa, la guerra civil americana, Garibaldi en Italia, las guerras de independencia de los países hispanos y las del Continente africano. Todos deben tener su memoria histórica. Pero podemos acercar las fechas a otras contiendas entre hermanos, la antigua Yugoslavia nos dejó el mismo saldo de asesinatos y matanzas que en otros lugares y en otros tiempos históricos. Y eso que ya teníamos Internet para colgar vídeos reales, de matanzas reales, en tiempo real.

Está bien eso de dignificar la memoria de los muertos. Siempre que no caigamos en falacias absurdas. No es lo mismo ser juzgado por delitos de sangre que ser ajusticiado por tus ideas políticas. Pero bueno, historiadores como Ian Gibson, buscando conocer el paradero de García Lorca, nos proporcionan el número de ejecutados en las tapias del cementerio de Granada, durante los meses de julio y agosto del 36. Ahí perdí mi inocencia histórica, porque aquellos infelices que cayeron en bando nacional los primeros meses del alzamiento, no habían cogido un fusil, no fueron combatientes, fueron civiles indefensos que morían por pensar diferente, o por inquinas personales de mala gente dispuesta a aprovechar el caos de una guerra.

Quiero decir que toda la Memoria Histórica que viene haciéndose desde entonces merece el respeto de todos nosotros. Pero que no nos cuelen sapos y culebras. Y que vayan dejando de levantar monumentos fúnebres a unos y quitar lápidas de otros. Porque tan inocentes fueron unos como los otros. De manera que las víctimas de miles de Iglesias cuyos nombres figuran inscritos por Dios y por España, tendrían que quedar junto a los que cayeron por España y sus creencias. Así, a la par, unos junto a otros, muertos de ambos bandos, civiles igualmente que cayeron de manera injusta y vil.

Así descansan en el Valle de los Caídos combatientes de ambos bandos. Pues de igual modo honremos a los muertos civiles de ambos bandos y cerremos de una vez por todas la herida que aún sigue sangrando. Se admiten sugerencias para que todas las víctimas puedan descansar en paz. Y los vivos honremos su memoria con independencia de la zona donde les pilló la muerte.

1 comentario:

  1. Muy buena reflexion Carmen,para leer mas de una vez. Gracias.

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