sábado, 29 de diciembre de 2007

Augustu Rush una película familiar



Las historias con aire navideño nos resultan ñoñas. Escribir sobre la Navidad se convierte en un tópico cuando llegan estas fechas. Y aunque mi historia no se desarrolle en esos mágicos días que van de finales de diciembre a principios de enero. Si puedo decir que es un cuento de Navidad. El amor triunfando frente a la maldad, el destino jugando a favor del ser humano. La música como señal o misterioso chip que se introduce por los poros de la piel y es capaz de conectar con la armonía del Universo.

La verdad es que andamos medio sordos de tanto barullo como nos rodea, y ese sencillo acto de guardar silencio y atender a los sonidos de la vida, nos pilla a todos desprevenidos. Algo que no le sucede nunca al protagonista de mi historia. August Rush ha nacido con un talento musical fuera de serie. Es capaz de aprender música de manera autodidacta, tocar un instrumento al cabo de varios minutos de aporrearlo, escribir una rapsodia al poco de conocer el nombre de las notas. Y todo ello con una única finalidad, la de encontrar a sus progenitores.

Porque este niño prodigio no conoce a sus padres, ha sido criado en un orfanato y sin embargo siempre ha presentido que la música le serviría para encontrarse con ellos. Aquí los malos son relativamente malos y los buenos nos conquistan. Este pequeño cuento llevado a la pantalla tiene una música preciosa de Mark Mancina, y algunas piezas clásicas que valen la pena escuchar. La interpretación es lineal, ajustada al propósito del director, con un Robert Williams tan versátil como siempre, bordando su papel en esta historia increíble. ¿Pero acaso no estamos deseando hacer realidad los sueños?.

Pues si quieren pueden disfrutar unos minutos con estos simpáticos protagonistas: dos enamorados tras una noche loca, un hijo fruto del amor, un explotador de niños simpático y un final apoteósico. A ello sin lugar a dudas ayuda la belleza de sus actores principales, Freddie Highmore y Keri Rusell, que exhiben sus rostros angelicales para deleite de incondicionales.

Lo dicho, una historia increíble para unas fechas que siempre traen películas familiares, esta puede ser una de ella si deciden ir al cine por Navidad. Que lo disfruten.

Augustu Rush una película familiar



Las historias con aire navideño nos resultan ñoñas. Escribir sobre la Navidad se convierte en un tópico cuando llegan estas fechas. Y aunque mi historia no se desarrolle en esos mágicos días que van de finales de diciembre a principios de enero. Si puedo decir que es un cuento de Navidad. El amor triunfando frente a la maldad, el destino jugando a favor del ser humano. La música como señal o misterioso chip que se introduce por los poros de la piel y es capaz de conectar con la armonía del Universo.

La verdad es que andamos medio sordos de tanto barullo como nos rodea, y ese sencillo acto de guardar silencio y atender a los sonidos de la vida, nos pilla a todos desprevenidos. Algo que no le sucede nunca al protagonista de mi historia. August Rush ha nacido con un talento musical fuera de serie. Es capaz de aprender música de manera autodidacta, tocar un instrumento al cabo de varios minutos de aporrearlo, escribir una rapsodia al poco de conocer el nombre de las notas. Y todo ello con una única finalidad, la de encontrar a sus progenitores.

Porque este niño prodigio no conoce a sus padres, ha sido criado en un orfanato y sin embargo siempre ha presentido que la música le serviría para encontrarse con ellos. Aquí los malos son relativamente malos y los buenos nos conquistan. Este pequeño cuento llevado a la pantalla tiene una música preciosa de Mark Mancina, y algunas piezas clásicas que valen la pena escuchar. La interpretación es lineal, ajustada al propósito del director, con un Robert Williams tan versátil como siempre, bordando su papel en esta historia increíble. ¿Pero acaso no estamos deseando hacer realidad los sueños?.

Pues si quieren pueden disfrutar unos minutos con estos simpáticos protagonistas: dos enamorados tras una noche loca, un hijo fruto del amor, un explotador de niños simpático y un final apoteósico. A ello sin lugar a dudas ayuda la belleza de sus actores principales, Freddie Highmore y Keri Rusell, que exhiben sus rostros angelicales para deleite de incondicionales.

Lo dicho, una historia increíble para unas fechas que siempre traen películas familiares, esta puede ser una de ella si deciden ir al cine por Navidad. Que lo disfruten.

domingo, 23 de diciembre de 2007

Recuerdos de una Noche Santa

Pensando como compartir este día tan especial me vino a la mente una historia inventada, producto de mis recuerdos y de mi imaginación. No sé si os gustará este pequeño relato navideño. Es breve, como corresponde a este tiempo de prisas y aglomeraciones. Quien disponga de un momento, puede reconstruir la escena en su propia casa.

El viento gélido azotaba las ventanas y gemía suavemente mientras nos acurrucábamos a la luz de la lumbre. Era uno de los inviernos más duros que recordaban los más viejos del lugar. Sin embargo aquella noche tenía la suave calidez de las fechas señaladas. El aroma del guiso preparado con esmero. El sabor del cariño compartido.

El abuelo hablaba de su infancia y todos sentíamos que el paso de los años convertía en historia sus vivencias. Ahora estábamos en una habitación con calefacción central, su memoria le remontaba a los años treinta del siglo veinte. Nosotros vivíamos ya en otra época, donde las misivas y felicitaciones navideñas habían dejado de ser cartas postales para convertirse en SMS y e-mail con power point y You Tube, facilitando sugerentes presentaciones.

Pero el pasado seguía vivo en los recuerdos de mi abuelo. Y a mí me fascinaba cada nuevo dato. El huerto del Cónsul, llamado así porque fue Cónsul de Venezuela, era ahora un conglomerado de fincas y calles. Él lo había conocido de niño, mientras corría por la huerta con un puñado de amigos. Allí la fantasía les llevaba a tierras tropicales, porque el Cónsul había plantado flores de tierra americana, plantas exóticas que nunca nadie había visto.

Por donde ahora transcurría el metro, hubo primero una vía de tren que unía la capital con el pueblo. Ahora en cuestión de diez minutos era posible estar en el centro comercial de la ciudad. Allí, justo donde ahora está la fuente, se situaba el paso a nivel, exclamaba el abuelo con voz trémula.

Sin embargo había una cosa que nunca cambió en todos esos años. Y era la celebración de la Misa del Gallo. Por mucho que se distanciasen los hijos, formando a su vez otras familias, había un rasgo común en todas ellas. El encuentro en la Misa del Gallo. Allí convergían hijos, nueras, nietos, sobrinos, hermanos, primos. Todo un conglomerado difícil de reunir en otras celebraciones. Y que sin embargo, estaba presente en aquella noche Santa. Esa era una imagen que seguía viva a sus ochenta y un años.

Adoración sencilla del Niño Dios venido al mundo para Redimir a la humanidad. Celebración compartida en Belén y en otros miles de belenes. En cada pueblo y ciudad al llegar la medianoche se reunían para celebrar la llegada del El Salvador del mundo. Ese es el relato que me ha quedado de mi abuelo. La dicha de ver transcurrir el tiempo y los acontecimientos, variando las edificaciones y las calles, adoptando nuevas costumbres, pero perseverando en las mismas convicciones.

De manera que hoy, espero impaciente el momento del encuentro. La estrella de Belén ha llegado una vez más a mi corazón que siente arrobada las ganas de ir a adorar al Niño. Como María y José, como los pastores, también yo deseo acercarme a la luz y la vida, a la Palabra hecha carne.

P.D.: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. El único personaje real es el NIÑO DIOS. ¡Feliz Navidad!.

Recuerdos de una Noche Santa

Pensando como compartir este día tan especial me vino a la mente una historia inventada, producto de mis recuerdos y de mi imaginación. No sé si os gustará este pequeño relato navideño. Es breve, como corresponde a este tiempo de prisas y aglomeraciones. Quien disponga de un momento, puede reconstruir la escena en su propia casa.

El viento gélido azotaba las ventanas y gemía suavemente mientras nos acurrucábamos a la luz de la lumbre. Era uno de los inviernos más duros que recordaban los más viejos del lugar. Sin embargo aquella noche tenía la suave calidez de las fechas señaladas. El aroma del guiso preparado con esmero. El sabor del cariño compartido.

El abuelo hablaba de su infancia y todos sentíamos que el paso de los años convertía en historia sus vivencias. Ahora estábamos en una habitación con calefacción central, su memoria le remontaba a los años treinta del siglo veinte. Nosotros vivíamos ya en otra época, donde las misivas y felicitaciones navideñas habían dejado de ser cartas postales para convertirse en SMS y e-mail con power point y You Tube, facilitando sugerentes presentaciones.

Pero el pasado seguía vivo en los recuerdos de mi abuelo. Y a mí me fascinaba cada nuevo dato. El huerto del Cónsul, llamado así porque fue Cónsul de Venezuela, era ahora un conglomerado de fincas y calles. Él lo había conocido de niño, mientras corría por la huerta con un puñado de amigos. Allí la fantasía les llevaba a tierras tropicales, porque el Cónsul había plantado flores de tierra americana, plantas exóticas que nunca nadie había visto.

Por donde ahora transcurría el metro, hubo primero una vía de tren que unía la capital con el pueblo. Ahora en cuestión de diez minutos era posible estar en el centro comercial de la ciudad. Allí, justo donde ahora está la fuente, se situaba el paso a nivel, exclamaba el abuelo con voz trémula.

Sin embargo había una cosa que nunca cambió en todos esos años. Y era la celebración de la Misa del Gallo. Por mucho que se distanciasen los hijos, formando a su vez otras familias, había un rasgo común en todas ellas. El encuentro en la Misa del Gallo. Allí convergían hijos, nueras, nietos, sobrinos, hermanos, primos. Todo un conglomerado difícil de reunir en otras celebraciones. Y que sin embargo, estaba presente en aquella noche Santa. Esa era una imagen que seguía viva a sus ochenta y un años.

Adoración sencilla del Niño Dios venido al mundo para Redimir a la humanidad. Celebración compartida en Belén y en otros miles de belenes. En cada pueblo y ciudad al llegar la medianoche se reunían para celebrar la llegada del El Salvador del mundo. Ese es el relato que me ha quedado de mi abuelo. La dicha de ver transcurrir el tiempo y los acontecimientos, variando las edificaciones y las calles, adoptando nuevas costumbres, pero perseverando en las mismas convicciones.

De manera que hoy, espero impaciente el momento del encuentro. La estrella de Belén ha llegado una vez más a mi corazón que siente arrobada las ganas de ir a adorar al Niño. Como María y José, como los pastores, también yo deseo acercarme a la luz y la vida, a la Palabra hecha carne.

P.D.: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. El único personaje real es el NIÑO DIOS. ¡Feliz Navidad!.

viernes, 21 de diciembre de 2007

Con el símbolo de la cruz no se juega

El asunto puede producir hilaridad. Hay cosas más importantes que debatir que si es pertinente llevar una cruz en la camiseta deportiva o se debe suprimir para no ofender a la cultura islámica. Pero el hecho es real, lo publica la Vanguardia y se hace eco religión digital. Pues miren ustedes si el Barça sigue haciendo negocio con su senyera en el escudo del equipo y no le importa perder la cruz de San Jordi, para ser accesible a los “hinchas” islámicos, es que algo anda mal en la cabeza del club deportivo.

La tolerancia debe ser recíproca, desde el momento que se protesta por ostentar una seña de identidad cristiana, estamos ante la prepotencia de una corriente de pensamiento que busca subyugar al que no es afín. Podemos decidir suprimir cualquier seña de identidad cristiana, porque el mundo islámico ya forma parte de nuestra geografía urbana. Podemos permitir mezquitas con minaretes y medias lunas ondeando en lo alto.
Pero no debemos ignorar que el contrario no juega limpio.

Estoy contra la xenofobia, es más creo que hay que educar en la interculturalidad, porque así lo demanda la sociedad actual. Pero llega un momento que hay que posicionarse aunque algunos te clasifiquen con mil nombres a cual de ellos más peyorativo. Es necesario saber en qué crees y qué cultura defiendes. Si todo te da igual, y vives con la letanía del ambiente relativista hijo del pensamiento débil, puede que un día te despiertes y tengas como Jefe de Estado un nuevo Führer dispuesto a asolar a media Europa para imponer la sharia.

En casos como este se ve si cuenta más el beneficio económico que mantener una coherencia personal. Y esa perspectiva a largo plazo sólo puede traer malas consecuencia. El dinero es un medio, no un fin en sí mismo. Y la popularidad que traspasa fronteras debe seguir con la cabeza alta defendiendo sus colores y no ajustarse a lo políticamente correcto.

"Aquí no se toleran las cruces, ni la del Barça ni ninguna otra", explica Carlos, un español residente de forma temporal en Riad y que mantiene un blog de información sobre el país saudí. "Hay mucha afición por el fútbol y por la Liga española, pero en las camisetas del Barça, que se venden con toda normalidad en tiendas legales, la cruz ha desaparecido". En su lugar figura una simple banda vertical roja sobre fondo blanco.
El Inter utilizó la polémica camiseta con la cruz en el partido jugado en Milán, el 27 de noviembre, y causó un fuerte impacto en los países islámicos.”

El otro día un padre estrangulaba a su hija por no querer llevar el velo y adoptar costumbres occidentales. La cosa pinta fea. No se trata de una cuestión de religión. La persona religiosa y formada en el amor a Dios o Alá, trata con respeto a quien honra a su Dios. Pero aquellos que buscan imponer su cultura, lo hacen desde la sutil maniobra de utilizar símbolos para diferenciarse. Mientras tanto los cristianos pasamos olímpicamente de nuestras raíces y nos adaptamos a los tiempos. Otros llegan y agradecen nuestra tolerancia y nuestra acogida y son capaces de vivir en occidente como si estuviesen en oriente. Cierran sus comercios los viernes y los abren los domingos. Todo un gesto de coherencia frente al ávido consumismo de nuestros Centros Comerciales que han conseguido abrir en domingo, sin que ningún cristiano se sienta ofendido.

Para nosotros el día del Señor debería ser sagrado. Pero es que ya no existe el deseo de consagrar a Dios un día. Todo gira entorno al consumismo. La sociedad económica domina la política y los medios. Sin Dios todos es posible, lo dice el Papa en su encíclica Spe Salvi. Es posible que siga funcionando la esclavitud dentro de una sociedad democrática con las mafias de trata de blancas o con las redes pedófilas o con una legislación que permite comercios abiertos veinticuatro horas, sin contemplar que la salud es más importante que el beneficio. Da lo mismo lo que digan los médicos, el turno rotativo llegará con el permiso de los sindicatos a ser una práctica habitual.

Pero me estoy del inicio, las cruces en un país islámico pueden ser ofensivas. Pero nadie obliga a ir de viaje a esos países. Y créanme para participar en competiciones internacionales hay que asumir normas internacionales. De manera que la UEFA haría muy mal en retirar la cruz en las camisetas de sus deportistas.


Con el símbolo de la cruz no se juega

El asunto puede producir hilaridad. Hay cosas más importantes que debatir que si es pertinente llevar una cruz en la camiseta deportiva o se debe suprimir para no ofender a la cultura islámica. Pero el hecho es real, lo publica la Vanguardia y se hace eco religión digital. Pues miren ustedes si el Barça sigue haciendo negocio con su senyera en el escudo del equipo y no le importa perder la cruz de San Jordi, para ser accesible a los “hinchas” islámicos, es que algo anda mal en la cabeza del club deportivo.

La tolerancia debe ser recíproca, desde el momento que se protesta por ostentar una seña de identidad cristiana, estamos ante la prepotencia de una corriente de pensamiento que busca subyugar al que no es afín. Podemos decidir suprimir cualquier seña de identidad cristiana, porque el mundo islámico ya forma parte de nuestra geografía urbana. Podemos permitir mezquitas con minaretes y medias lunas ondeando en lo alto.
Pero no debemos ignorar que el contrario no juega limpio.

Estoy contra la xenofobia, es más creo que hay que educar en la interculturalidad, porque así lo demanda la sociedad actual. Pero llega un momento que hay que posicionarse aunque algunos te clasifiquen con mil nombres a cual de ellos más peyorativo. Es necesario saber en qué crees y qué cultura defiendes. Si todo te da igual, y vives con la letanía del ambiente relativista hijo del pensamiento débil, puede que un día te despiertes y tengas como Jefe de Estado un nuevo Führer dispuesto a asolar a media Europa para imponer la sharia.

En casos como este se ve si cuenta más el beneficio económico que mantener una coherencia personal. Y esa perspectiva a largo plazo sólo puede traer malas consecuencia. El dinero es un medio, no un fin en sí mismo. Y la popularidad que traspasa fronteras debe seguir con la cabeza alta defendiendo sus colores y no ajustarse a lo políticamente correcto.

"Aquí no se toleran las cruces, ni la del Barça ni ninguna otra", explica Carlos, un español residente de forma temporal en Riad y que mantiene un blog de información sobre el país saudí. "Hay mucha afición por el fútbol y por la Liga española, pero en las camisetas del Barça, que se venden con toda normalidad en tiendas legales, la cruz ha desaparecido". En su lugar figura una simple banda vertical roja sobre fondo blanco.
El Inter utilizó la polémica camiseta con la cruz en el partido jugado en Milán, el 27 de noviembre, y causó un fuerte impacto en los países islámicos.”

El otro día un padre estrangulaba a su hija por no querer llevar el velo y adoptar costumbres occidentales. La cosa pinta fea. No se trata de una cuestión de religión. La persona religiosa y formada en el amor a Dios o Alá, trata con respeto a quien honra a su Dios. Pero aquellos que buscan imponer su cultura, lo hacen desde la sutil maniobra de utilizar símbolos para diferenciarse. Mientras tanto los cristianos pasamos olímpicamente de nuestras raíces y nos adaptamos a los tiempos. Otros llegan y agradecen nuestra tolerancia y nuestra acogida y son capaces de vivir en occidente como si estuviesen en oriente. Cierran sus comercios los viernes y los abren los domingos. Todo un gesto de coherencia frente al ávido consumismo de nuestros Centros Comerciales que han conseguido abrir en domingo, sin que ningún cristiano se sienta ofendido.

Para nosotros el día del Señor debería ser sagrado. Pero es que ya no existe el deseo de consagrar a Dios un día. Todo gira entorno al consumismo. La sociedad económica domina la política y los medios. Sin Dios todos es posible, lo dice el Papa en su encíclica Spe Salvi. Es posible que siga funcionando la esclavitud dentro de una sociedad democrática con las mafias de trata de blancas o con las redes pedófilas o con una legislación que permite comercios abiertos veinticuatro horas, sin contemplar que la salud es más importante que el beneficio. Da lo mismo lo que digan los médicos, el turno rotativo llegará con el permiso de los sindicatos a ser una práctica habitual.

Pero me estoy del inicio, las cruces en un país islámico pueden ser ofensivas. Pero nadie obliga a ir de viaje a esos países. Y créanme para participar en competiciones internacionales hay que asumir normas internacionales. De manera que la UEFA haría muy mal en retirar la cruz en las camisetas de sus deportistas.


viernes, 14 de diciembre de 2007

Saber, lo que se dice saber, muy poco

No es la primera vez que las alarmas se disparan. El informe PISA que presentó la ministra de Educación y Ciencia, sitúa a España a la cola en materia de educación. Podemos ser un país sin analfabetos, podemos presumir de una atención puntera en educación infantil, lo mismo que en educación especial. Pero señores y señoras, en conocimientos básicos cada día estamos peor. La LOGSE supuso medir por el mismo rasero a todos, trajo notables ventajas y un modelo europeo de “aprender a aprender” que nadie discute. Sin embargo ese procedimiento se ha mostrado inservible a largo plazo. El abandono escolar es cada vez mayor, el fracaso también. Los parches que llegaron con posterioridad, llámese LOCE y ahora LOE, todos en un tiempo relativamente corto y sin consenso previo, no tienen visos de mejorar la situación.

A todo esto tenemos comunidades punteras y otras tercermundistas, con el mismo Sistema Educativo. Y debiéramos interrogarnos sobre lo que falla en unos sitios y qué funciona en otros. Parece ser que la competencia en materia educativa, hacen posible decretos y resoluciones que ocasionan agravios comparativos. El salario de un profesor depende de la comunidad, su horario también, sus recursos ídem. Si entramos en materia educativa, los contenidos mínimos se logran en primaria, con una repetición durante toda la etapa. Pero retroceden en la ESO y el BACHILLERATO, donde se pretende dejar pasar al alumnado con varias asignaturas suspendidas. La ley del mínimo esfuerzo no es la mejor manera de preparar a las futuras generaciones.

Sería muy largo debatir sobre un tema tan candente como la educación, pero en ello nos va mucho. No puede pretenderse formar una ciudadanía en una ideología de turno, al mismo tiempo que se olvida la visión global de toda una nación, perdiéndose en particularidades de eso que hemos dado en llamar nacionalidades. La historia común forma a un país, su lengua también. Estamos asistiendo a un auge de idiosincrasias locales y una pérdida de referentes comunes. De modo que se eliminan periodos decisivos en la historia de este país, pasando de refilón como fue configurada la nacionalidad española.

Nuestros jóvenes conocerán la historia de Don Pelayo en Asturias y dejarán de saber quién fue en el resto de comunidades. De la misma manera Jaime I tendrá un tratamiento considerable en los países que configuraron la Corona de Aragón, y se perderá su rastro en la Comunidad Extremeña, por poner un caso. Supongo que Mariana Pineda será conocida en Andalucía e ignorada en el País Vasco. Respecto a Galicia tengo pocos referentes, pero es de suponer que todos sus escolares identificarán la figura de Rosalía de Castro, mientras que en Canarias con suerte alguno recordará que da nombre a una calle.

No quiero entrar en el terreno científico, pero al parecer la situación no es más halagüeña, de manera que se hace cada día más necesario un pacto de Estado consensuado que estabilice la educación. Lo viene demandando la sociedad y lo corroboran los informes.

Por cierto, un dato de interés, tener hoy en día un título universitario no significa nada. Con él en el bolsillo puedes estar trabajando en un burger king o de barrendero municipal. De manera que muchos de nuestros jóvenes prefieren vivir a estudiar. Normal, el fin de semana a ellos no les cuesta un euro, mientras que sus padres hacen horas para pagarles la carrera y ese solaz dominguero. El futuro, Dios dirá.

Saber, lo que se dice saber, muy poco

No es la primera vez que las alarmas se disparan. El informe PISA que presentó la ministra de Educación y Ciencia, sitúa a España a la cola en materia de educación. Podemos ser un país sin analfabetos, podemos presumir de una atención puntera en educación infantil, lo mismo que en educación especial. Pero señores y señoras, en conocimientos básicos cada día estamos peor. La LOGSE supuso medir por el mismo rasero a todos, trajo notables ventajas y un modelo europeo de “aprender a aprender” que nadie discute. Sin embargo ese procedimiento se ha mostrado inservible a largo plazo. El abandono escolar es cada vez mayor, el fracaso también. Los parches que llegaron con posterioridad, llámese LOCE y ahora LOE, todos en un tiempo relativamente corto y sin consenso previo, no tienen visos de mejorar la situación.

A todo esto tenemos comunidades punteras y otras tercermundistas, con el mismo Sistema Educativo. Y debiéramos interrogarnos sobre lo que falla en unos sitios y qué funciona en otros. Parece ser que la competencia en materia educativa, hacen posible decretos y resoluciones que ocasionan agravios comparativos. El salario de un profesor depende de la comunidad, su horario también, sus recursos ídem. Si entramos en materia educativa, los contenidos mínimos se logran en primaria, con una repetición durante toda la etapa. Pero retroceden en la ESO y el BACHILLERATO, donde se pretende dejar pasar al alumnado con varias asignaturas suspendidas. La ley del mínimo esfuerzo no es la mejor manera de preparar a las futuras generaciones.

Sería muy largo debatir sobre un tema tan candente como la educación, pero en ello nos va mucho. No puede pretenderse formar una ciudadanía en una ideología de turno, al mismo tiempo que se olvida la visión global de toda una nación, perdiéndose en particularidades de eso que hemos dado en llamar nacionalidades. La historia común forma a un país, su lengua también. Estamos asistiendo a un auge de idiosincrasias locales y una pérdida de referentes comunes. De modo que se eliminan periodos decisivos en la historia de este país, pasando de refilón como fue configurada la nacionalidad española.

Nuestros jóvenes conocerán la historia de Don Pelayo en Asturias y dejarán de saber quién fue en el resto de comunidades. De la misma manera Jaime I tendrá un tratamiento considerable en los países que configuraron la Corona de Aragón, y se perderá su rastro en la Comunidad Extremeña, por poner un caso. Supongo que Mariana Pineda será conocida en Andalucía e ignorada en el País Vasco. Respecto a Galicia tengo pocos referentes, pero es de suponer que todos sus escolares identificarán la figura de Rosalía de Castro, mientras que en Canarias con suerte alguno recordará que da nombre a una calle.

No quiero entrar en el terreno científico, pero al parecer la situación no es más halagüeña, de manera que se hace cada día más necesario un pacto de Estado consensuado que estabilice la educación. Lo viene demandando la sociedad y lo corroboran los informes.

Por cierto, un dato de interés, tener hoy en día un título universitario no significa nada. Con él en el bolsillo puedes estar trabajando en un burger king o de barrendero municipal. De manera que muchos de nuestros jóvenes prefieren vivir a estudiar. Normal, el fin de semana a ellos no les cuesta un euro, mientras que sus padres hacen horas para pagarles la carrera y ese solaz dominguero. El futuro, Dios dirá.

viernes, 7 de diciembre de 2007

Y luego preguntan porqué las matan

El tema de la violencia de género no es un problema nacional, sino que tiene ribetes internacionales. El caso es que nuestro rosáceo ejecutivo en voz de su Vicepresidenta Maria Teresa Fernández de la Vega, tiene ahora en el punto de mira a las televisiones. Es el momento de reclamar un tratamiento digno a estos temas que van in crescendo, para desolación de propios y extraños.

Hablé en su momento de esta lacra que afecta a nuestra sociedad y que requiere la suma de muchas voluntades, dispuestas desde diferentes ámbitos, a atajar con medidas claras y eficaces en el tema. La falta de sentido del bien y del mal afecta a quienes se sienten con derecho a cercenar la vida de otra persona. Nos llama la atención que el problema surja en la convivencia doméstica. Seguro que los sociólogos tienen indicativos de cuál es el origen.

En mi infancia existía un periódico llamado el Caso. Se escuchaban comentarios con sordina: “esos terminarán en el Caso”. Pues ahora “esos casos” terminan en nuestro comedor entre bocado y bocado. Si ese tipo de noticias previene la violencia de género tendrán que perdonar mi escepticismo. Aquí lo que vale es que otro se atreve a lo que alguien lleva rumiando en su mente enfermiza. Y claro, sirve una pequeña mecha para recorrer la frontera que delimita el maltrato del asesinato.

La cuestión es que el aprendizaje de la convivencia es una suma de buenas voluntades. Si alguien trata de someter a otro bajo su autoridad, las desavenencias son la consecuencia inmediata. Y hoy los papeles entre varón y mujer no están delimitados, ambos trabajan, ambos son responsables de los hijos, ambos deben repartirse las tareas del hogar. Por eso la educación desde la infancia es crucial, lo que el niño ve se convierte en modelo a seguir.

Es curioso observar como en los recreos algún alumno puede llegar a las manos con otro. También las hay de aguerridas que no reparan en hincar una buena patada en la espinilla a quien se tercie. El caso es que me encontré con una pistola entre mis alumnos de seis años. El niño la había escondido en su mochila y la había sacado, también a escondidas en el patio. El líder del grupo se apropió del arma y comenzó a juguetear con tan mala fortuna que le dio en la nariz a otro compañero. Excuso decirles que me llevé un disgusto, no por el juego de los niños, sino por el descuido de los padres. Jamás he regalado un arma como juguete a ninguno de mis sobrinos. Entiendo que es un objeto que incita a la violencia. Y así como me gustaría que los países dejasen de producir armas y se abolieran los traficantes dispuestos a comerciar con ellas, deseo que en la infancia se trate de evitar fomentar la violencia.

Que la señora Fernández de la Vega se preocupe ahora de los contenidos de televisión, es de risa. Se han denunciado por activa y por pasiva el exceso de violencia en las series. No se cumple la normativa que protege a la infancia. Se fomentan programas basura y hasta series en las que el maltrato psicológico de una mujer a su marido, es objeto de chanzas y bromas por parte de su audiencia. A mí me provoca malestar y ya he dicho en otras ocasiones que casi he dejado de ver la televisión.

Sigo pensando que somos morbosos por naturaleza. El producto televisivo con la competitividad de cadenas, pendientes de los índices de audiencia, ha degradado hasta límites de juzgado los contenidos emitidos. Y es que todo se convierte en negocio y cuando lo que se mide no es la calidad sino el coste-beneficio, se pierde el carácter humano para convertir el producto en un despiadado medio utilizado entre contrincantes. De manera que asistimos impotentes a la guerra mediática donde los perjudicados siempre somos los sufridos espectadores.

Si de la Vicepresidenta dice “que no hay varitas mágicas contra el maltrato”. Sólo tiene que perder un día frente al televisor. Encontrará entre sus perlas el perfil del futuro maltratador repartido por todas las parrillas de la programación. Es cuestión de sensibilidad, yo los detecto al instante. Porque la violencia inicial siempre es verbal, a las manos se llega más tarde. Y hoy por hoy, todos los programas atizan latigazos verbales sin el menor pudor.

Pues nada, esperemos que en este día no haya una víctima más objeto de la carnaza periodística. Y que de una vez por todas se cree un Consejo Audiovisual Estatal, que fiche lumbreras dispuestas a proteger al sufrido telespectador.

Y luego preguntan porqué las matan

El tema de la violencia de género no es un problema nacional, sino que tiene ribetes internacionales. El caso es que nuestro rosáceo ejecutivo en voz de su Vicepresidenta Maria Teresa Fernández de la Vega, tiene ahora en el punto de mira a las televisiones. Es el momento de reclamar un tratamiento digno a estos temas que van in crescendo, para desolación de propios y extraños.

Hablé en su momento de esta lacra que afecta a nuestra sociedad y que requiere la suma de muchas voluntades, dispuestas desde diferentes ámbitos, a atajar con medidas claras y eficaces en el tema. La falta de sentido del bien y del mal afecta a quienes se sienten con derecho a cercenar la vida de otra persona. Nos llama la atención que el problema surja en la convivencia doméstica. Seguro que los sociólogos tienen indicativos de cuál es el origen.

En mi infancia existía un periódico llamado el Caso. Se escuchaban comentarios con sordina: “esos terminarán en el Caso”. Pues ahora “esos casos” terminan en nuestro comedor entre bocado y bocado. Si ese tipo de noticias previene la violencia de género tendrán que perdonar mi escepticismo. Aquí lo que vale es que otro se atreve a lo que alguien lleva rumiando en su mente enfermiza. Y claro, sirve una pequeña mecha para recorrer la frontera que delimita el maltrato del asesinato.

La cuestión es que el aprendizaje de la convivencia es una suma de buenas voluntades. Si alguien trata de someter a otro bajo su autoridad, las desavenencias son la consecuencia inmediata. Y hoy los papeles entre varón y mujer no están delimitados, ambos trabajan, ambos son responsables de los hijos, ambos deben repartirse las tareas del hogar. Por eso la educación desde la infancia es crucial, lo que el niño ve se convierte en modelo a seguir.

Es curioso observar como en los recreos algún alumno puede llegar a las manos con otro. También las hay de aguerridas que no reparan en hincar una buena patada en la espinilla a quien se tercie. El caso es que me encontré con una pistola entre mis alumnos de seis años. El niño la había escondido en su mochila y la había sacado, también a escondidas en el patio. El líder del grupo se apropió del arma y comenzó a juguetear con tan mala fortuna que le dio en la nariz a otro compañero. Excuso decirles que me llevé un disgusto, no por el juego de los niños, sino por el descuido de los padres. Jamás he regalado un arma como juguete a ninguno de mis sobrinos. Entiendo que es un objeto que incita a la violencia. Y así como me gustaría que los países dejasen de producir armas y se abolieran los traficantes dispuestos a comerciar con ellas, deseo que en la infancia se trate de evitar fomentar la violencia.

Que la señora Fernández de la Vega se preocupe ahora de los contenidos de televisión, es de risa. Se han denunciado por activa y por pasiva el exceso de violencia en las series. No se cumple la normativa que protege a la infancia. Se fomentan programas basura y hasta series en las que el maltrato psicológico de una mujer a su marido, es objeto de chanzas y bromas por parte de su audiencia. A mí me provoca malestar y ya he dicho en otras ocasiones que casi he dejado de ver la televisión.

Sigo pensando que somos morbosos por naturaleza. El producto televisivo con la competitividad de cadenas, pendientes de los índices de audiencia, ha degradado hasta límites de juzgado los contenidos emitidos. Y es que todo se convierte en negocio y cuando lo que se mide no es la calidad sino el coste-beneficio, se pierde el carácter humano para convertir el producto en un despiadado medio utilizado entre contrincantes. De manera que asistimos impotentes a la guerra mediática donde los perjudicados siempre somos los sufridos espectadores.

Si de la Vicepresidenta dice “que no hay varitas mágicas contra el maltrato”. Sólo tiene que perder un día frente al televisor. Encontrará entre sus perlas el perfil del futuro maltratador repartido por todas las parrillas de la programación. Es cuestión de sensibilidad, yo los detecto al instante. Porque la violencia inicial siempre es verbal, a las manos se llega más tarde. Y hoy por hoy, todos los programas atizan latigazos verbales sin el menor pudor.

Pues nada, esperemos que en este día no haya una víctima más objeto de la carnaza periodística. Y que de una vez por todas se cree un Consejo Audiovisual Estatal, que fiche lumbreras dispuestas a proteger al sufrido telespectador.