viernes, 29 de agosto de 2008

Protestas por el próximo funeral solemne de las víctimas de Barajas



Hemos entrado en la guerra de comunicados. La alianza evangélica protesta formalmente porque se oficie un funeral de Estado católico el próximo día 1 con motivo de la tragedia de Barajas. También tenemos noticia de que algunas personas, tras cinco minutos de silencio que se guardaron en la madrileña plaza de Cibeles, pidieron que se celebre un funeral de Estado laico. Hay que reconocer que tienen en parte razón, había al menos un protestante evangélico, y seguramente dos o tres víctimas de otras confesiones. De manera que deben considerar un abuso la aplastante mayoría de católicos que han fallecido, entre otras cosas pensarán que muchos de ellos seguramente no eran católicos practicantes.

Bien, queda en evidencia que los laicistas tienen como apoyo a sus pretensiones de oficiar ceremonias laicas a todo tipo de creyentes no católicos. Está claro, de lo que se trata es que “hay quien ni come ni deja comer”. No vamos a vaticinar como desean despedir a sus víctimas los familiares de las mismas. Los habrá que recurran a la iglesia, porque esa es la práctica habitual con miles de difuntos. Y puede que alguno, pase olímpicamente de asistir a ninguna despedida. Bastante dolor habrán soportado como para añadir el peso de un acto que sin fe, no palia para nada el duelo.

Sin embargo, lo cierto es que la tragedia afecta a toda la ciudadanía. Afecta al Estado como institución. Y le duela a quien le duela, la mayoría de los ciudadanos españoles es de confesión católica, de manera que se decide por parte de las autoridades una ceremonia religiosa, como ha venido siendo habitual. Es evidente que podrán asistir familiares de las víctimas y muchas decidirán no estar presentes por motivos religiosos o personales. No se trata ahora de las creencias de las víctimas, sino de un acto religioso al que acuden los miembros del Ejecutivo como ceremonia de duelo oficial.

Al parecer las tragedias remueven el tema, y algunos se apuntan a hacer declaraciones en este sentido. He procurado mantenerme en silencio porque me abruma que se explote de modo sensacionalista el dolor de los demás. Me he sumado a las oraciones por el eterno descanso de las víctimas y el consuelo de sus familiares. Y me es indiferente que fueran católicos, evangélicos, musulmanes o animistas. Para mí el duelo se supera con la confianza puesta en Cristo, y deseo que las oraciones de miles de creyentes palien al menos algo del dolor que en estos momentos trágicos viven muchas familias.

Creo que el cardenal de Madrid, puede y debe hacer un funeral en memoria de las víctimas; si el Estado en consideración a la mayoría católica de los fieles apuesta por la ceremonia religiosa, el respeto hacia el duelo debiera hacer callar las voces disidentes. Pueden manifestar su contrariedad, como de hecho están haciendo, pero resulta bastante mezquino de su parte. Al parecer se quiere poner en el mismo rasero todas las creencias, sin que se considere la realidad histórica española y sus raíces católicas. Puede que el futuro nos depare esta situación, que la fe desaparezca de la mayor parte de los habitantes de España, eso sólo Dios lo sabe. Pero hoy por hoy, los católicos siguen siendo mayoría. Y resumo una triste realidad que he leído no hace mucho: En una ocasión, durante un vuelo, el sacerdote católico y su acompañante entablaron una conversación. Éste le dijo al sacerdote, “padre yo y mi familia somos muy creyentes”. El sacerdote exclamó: “¿entonces tendrán por costumbre rezar alguna oración juntos?”. A lo que repuso su acompañante: “padre, somos creyentes pero no fanáticos”.

El bochorno que produce este tipo de actitudes, no evita que la mayor parte de la ciudadanía lo viva así. De manera que cuando llega el momento del adiós, la mayoría optan por la ceremonia religiosa. Son datos que hoy por hoy, siguen siendo estadísticamente mayoritarios. Otra cosa es el hecho de que también se esté pensando por parte de las funerarias, en aquellas personas que no profesan ninguna confesión religiosa, de manera que ofrezcan una sencilla despedida. El tiempo se encargará de poner a cada uno en su lugar. También a los creyentes, porque hoy más que nunca ser católico y manifestar la fe es ya una rareza para muchos

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