viernes, 22 de agosto de 2008

En China los mendigos también dan mala imagen


Estos días de canícula estival, las noches se vuelven insoportables para quien no disponga de refrigeración. El mes de agosto nos está dejando unos días y noches insufribles con ese calor pegajoso del mediterráneo que se adhiere a la piel. Por eso lo más frecuente es prolongar las noches, salir a una terraza o ir al cine de verano, de manera que el regreso a casa permita descansar al cuerpo.

He estado en la filmoteca, todos los veranos reponen películas que forman parte de la historia de la cinematografía. Me refiero a “Los viajes de Sullivan”, una obra donde la miseria y la fastuosidad se unen de manera surrealista. El director de cine Sullivan, un multimillonario ocupado en rodar comedias, considera que en un país inmerso en la segunda guerra mundial, hay que presentar vidas reales, hacer pensar a la gente, y decide vivir como un vagabundo para conocer de primera mano en qué consiste la pobreza. Diez dólares y un disfraz de menesteroso le llevan a vivir aventura tras aventura, hasta llegar a ser condenado a trabajos forzados.

Una buena película de Preston Sturges, con guión del mismo director y la presencia de Joel MoCrea y Verónica Lake, junto a unos secundarios del cine de los cuarenta imprescindibles.La película combina perfectamente la magia de Hollywood y la miseria de la América profunda.
Mientras veía la película donde la mendicidad llega a extremos de indignidad, no dejaba de pensar en las medidas que Italia reserva para sus ciudades turísticas, prohibición absoluta de mendigar. Parece que la pobreza debe esconderse a los ojos consumistas del viajero. Pero la realidad de los restaurantes de muchos tenedores es que fuera, al lado de sus contenedores, esperan con paciencia aquellos que no tienen para comer.

Muchas de las casas de misericordia que acogen a los sin techos subsisten gracias a aquellos productos semicaducados de las grandes superficies comerciales. Y a sus entradas siempre encuentras alguien que espera recibir ayuda. En nuestras iglesias sucede otro tanto, allí a la espera de la misericordia ajena llegan los mendigos extendiendo la mano.

En Italia las ciudades de Verona, Venecia, Florencia y Trieste, prohíben la mendicidad y el presidente del Consejo Pontificio de Justicia y Paz, el cardenal Renato Martino, ha calificado de "inaceptable" la prohibición de mendigar. Para el prelado, pedir limosna "es un derecho humano fundamental” cuando se tiene hambre y frío. Es el derecho del pobre a buscar un trozo de pan o también pedir ayuda al prójimo para despertar en él un sentimiento de humanidad".

No me sorprende que Italia ande con esas estrategias de “cara a la galería” y no dejo de recordar que ayer se iniciaban los fastuosos Juegos Olímpicos en China, con las mismas medidas, desterrar la miseria de los ojos de los extranjeros. Vender la fachada del progreso y el auge económico, suprimir la contaminación ambiental cerrando determinadas fábricas. Todo con objeto de dar buena imagen. Estamos en la época de la publicidad, donde todo se compra y se vende según el impacto que se reciba. La calidad, la verdad, son secundarias. Continuemos por tanto en el “mundo feliz” que nos ofrece la precaria interculturalidad por unos días, a cuenta de los dichosos juegos, mientras millones de seres humanos siguen rebuscando en los contenedores de los restaurantes y durmiendo debajo de los puentes de las ciudades.

En definitiva seguimos la estética de “los viajes de Sullivan” pero a la inversa. Ahora se trata de aparentar aquello que no existe en la realidad, la competición olimpica en un país que sigue ejecutando a sus disidentes y prohibiendo la libertad de culto, bien vale cerrar los ojos por unos cuantos millones de inversión a consta del pueblo chino.

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