viernes, 4 de julio de 2008

¡Inmersión lingüística a los bestia!

Este es un buen día para lanzarse a favor de la lengua común de todos los españoles. Mientras en Euskadi se exigirá la utilización del eusquera en los comercios. Y Cataluña sigue blindando la cuestión lingüística; en otros territorios, no hay que temer nada, la gente entra en un comercio, se dirige al dependiente en su lengua materna, este le responde en castellano y automáticamente el nativo continua en castellano. ¿Es esto colonialismo español?. Pueden llamarlo como quieran, para mí es sentido de educación y de cultura. Yo estoy en un territorio bilingüe, pero no tengo obligación de conocer el euskera o el gallego. En territorio español la lengua común sólo es el castellano, las otras lenguas serán respetadas y dadas a conocer, pero no se pueden comparar, en cuanto a número de hablantes

Eso es a lo que ha llevado la política lingüística de los nacionalismos periféricos, a que todo el mundo hable su lengua local y quiera imponerla porque son minoría y se sienten en peligro de extinción. Pero oigan, ¡si después de cuarenta años de franquismo las lenguas locales no desaparecieron!. Seguían hablándose a puerta cerrada y con los amigos.
La situación actual es diferente. Como es evidente en las últimas décadas la inmigración puebla nuestros barrios y ciudades. A ellos les afecta más que a nadie la medida, tienen que reciclarse en dos idiomas, el castellano y el nativo de la autonomía. ¿Es factible?. Ya lo creo, veo hablar a marroquís, chinos, rumanos, bosnios, y un largo etcétera sin el menor problema. Porque afortunadamente los jóvenes aprenden varios idiomas sin dificultad. Otra cosa es cómo pueden ayudar en sus casas a resolver las tareas en una lengua que desconocen.

El otro día llamó a mi puerta una vecina, con su rudimentario castellano me suplicaba ayuda en las tareas escolares de su hija, porque estaban en un idioma que ella no entendía. Bueno, ese es el reflejo de una determinada política lingüista condescendiente y la inmersión brutal de otras zonas. Se puede y se debe hablar las dos lenguas, eso es lo que dice la Constitución, otra cosa es que ustedes conviertan una zona de España en un gueto, donde sólo pueden convivir quienes tengan conocimientos de la lengua local.

Esa es la política de Cataluña y de Euskadi, la inmersión salvaje que hace sentirse en un país extraño a quienes visitan sus extraordinarias tierras. No quiero entrar en mi territorio que vive un conflicto lingüístico-político desde hace treinta años. Pero es fuerte que un manchego tenga que aprender una lengua extraña para continuar atendiendo al público en la Administración. Me pongo en su piel y me sublevo. Pero claro siempre hay alguien que te dice que si vas a Francia tienes que aprender el francés.

Sea como fuere, cuando te obligan a aprender una lengua que no es la tuya, terminas odiando a quien te la impone. Ese es el reproche que le hicieron al franquismo, que si no recuerdo mal, mantuvo las Academias de las lenguas locales en funcionamiento. Aunque prohibió su enseñanza en la escuela. Hoy en cambio, hay ecuatorianos que debido a la escasez de plazas no pueden optar por el estudio en castellano y se ven obligados a estudiar la lengua local. Algo que les enriquece, sin lugar a dudas.

Cuando estuve en Estrasburgo, supe que allí hablaban el alsaciano, una mezcla de alemán y francés, dado que el territorio de origen alemán fue absorbido por Francia tras la primera guerra mundial. Pues oiga, si en la frutería me hubiesen respondido en alsaciano la que escribe estas líneas no se hubiera quedado sin comer, pero desde luego hubiera acortado su estancia en una ciudad cosmopolita y sede del Parlamento Europeo.

Con esto quiero decir, que los conflictos lingüísticos existen cuando alguien quiere imponer la dominancia de una lengua por otra. Y para ser más específica les diré que hay que aceptar como lengua de futuro el español. Lo otro, hay que respetarlo, pero no volvernos fanáticos de una tierra que vive como si perteneciese a otro país que no es España. Y con esto no estoy haciendo de pirómana de nada, por mucho que el Sr. Montilla lo diga, siguiendo el pensamiento de lo que se ha convertido en lo políticamente correcto.

Yo no leeré nunca el eusquera, ni tampoco me molesto en leer el catalán, aunque lo entienda. Ni tengo intención de colgar en este blog un artículo en otra lengua que aquella que nos une en todo el territorio. En cambio, a mis alumnos nunca les hablo en castellano, ya saben cuestión de inmersión lingüística.

1 comentario:

  1. En este caso lo ideal seria la rotulación en bilingüe, pero hasta que no salgan nuevas leyes nadie se puede aventurar a rotular su comercio por miedo a los independentistas.

    ResponderEliminar