viernes, 24 de octubre de 2008

La Doctrina Social de la Iglesia un nuevo modelo para la crisis


A algunos se les tendría que caer la cara de vergüenza. Como penitencia les pondría a leer “La hoguera de las vanidades” de Tom Wolf. Así se verían reflejados en esos personajes sin escrúpulos capaces de decidir la suerte de millones de seres humanos. Sólo pensar en ello me produce dolor de cabeza. ¿Cómo es posible estafar, prevaricar, malversar y luego dormir a pierna suelta?. Algo falla a gran escala. Lo curioso es que ahora las crisis se ven en televisión, se trasmiten en directo, como el atentado de las Torre Gemelas.

Lo que verdaderamente preocupante es que nadie sabe medir el alcance de sus consecuencias. La inmigración masiva ha servido para paliar la mano de obra barata en operaciones a gran escala. Ahora todo queda en papel de fumar que se desvanece con un leve soplido. Y lo peor de todo es que los peces gordos piden soluciones al gobierno. Y el gobierno teme la revolución en la calle y da de comer a quienes tienen en un puño a toda la sociedad.

La caída del muro de Berlín, puso punto final al comunismo y el resultado no fue un mundo más justo, sino el aumento de la miseria y el enriquecimiento de unos pocos. Una vez ha fracasado el socialismo, a los cristianos nos queda como siempre ocuparnos de los más débiles, pero a los obispos, cardenales y párrocos, les hace falta más claridad y menos contubernio con el mundo de los poderosos. La teología de la liberación se escoraba hacia el socialismo con un fundamento claro: la redistribución justa de la riqueza. ¿Podrá ser esa la nueva mutación del capitalismo?. ¿Podrá la Iglesia hacer escuchar su voz y predicar la Doctrina Social entre los poderosos?. Porque a los que van por Cáritas lo que les hace falta es ayudas para subsistir y eso en definitiva es un parche que no soluciona los problemas de base.

El derecho a un trabajo digno y a un salario justo, no es un invento de los comunistas, ni de la teología de la liberación, es sencillamente aplicar el Evangelio tal y como lo enseñó el mismo Jesús. “¿Quién es tu prójimo?” y sale al encuentro la Palabra de Dios con la parábola del Samaritano, para hacernos comprender que no podemos desentendernos ni siquiera de los desconocidos, que ellos también son hermanos nuestros, aunque militen en bandos opuestos. Por eso los comedores de la Iglesia católica están llenos de personas de diferente raza y religión. Por ello los inmigrantes acuden desesperados en búsqueda de ayuda a las parroquias.

Lo malo es que ahora hasta el mismo Presidente francés advierte que la crisis puede llevar a una revolución social sin precedentes. Así que el problema es bastante grave y nuestro líder socialista, esquilma a los trabajadores para dar de comer a la Banca, que invierte fuera del país haciendo más grande el pastel para algunos y más amargo el trago para otros.

Estoy segura que se tiene que imponer el sentido común, pero sigo desconfiando de la buena voluntad de los políticos y financieros. Me acosa la duda de si el mundo no está en manos de unos pocos que mueven los hilos sacudiéndose las pulgas con este maravilloso invento de las nuevas tecnologías. Lo malo es que cuando se aprieta demasiado las tuercas, buscando solamente el beneficio y la rentabilidad, descuidando a quienes hacen posible que el mundo siga girando a fuerza de trabajar cada uno en su lugar. Podemos llegar a la algarada general. Y la jauría humana es peor que cualquier manada de lobos.

El cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga, arzobispo de Tegucigalpa declaraba en el Sínodo de Roma:

La Palabra de Dios, explicó, orienta el compromiso social de la Iglesia, pues "la Encarnación del Verbo es la muestra más grande de solidaridad. Es todo un ejemplo".
"Y a través de la Palabra se puede llegar a una humanización de una sociedad que se está deshumanizando. Vivimos una crisis enorme", reconoció, el cardenal, que es también presidente de Caritas Internationalis.

"En mayo pasado se reunieron los grandes en la FAO y la conclusión fue que no hay posibilidades de aliviar el hambre del mundo. Pero para aliviar la codicia de instituciones financiera hay trillones de dólares", recordó.

"Esto nos dice que vamos por un camino equivocado. El mercado no se ha comportado mal. El mercado no existe. Son los directores del mercado que hicieron del mercado un dios con pies de barro. Una economía basada en la especulación".

Con esa claridad debieran expresarse los responsables políticos de los países que se encuentran ahora en plena crisis financiera. Por tanto se les puede exigir a nuestros dirigentes que pongan los medios adecuados para que el enriquecimiento de unos pocos no destruya el bienestar de un país, lanzando a la miseria a miles de personas

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