sábado, 3 de marzo de 2007

Eutanasia: el suicidio asistido

Se sigue constatando un sutil ataque hacia la Iglesia católica y hacia los valores cristianos de occidente. Es una situación premeditada de quienes sacan beneficios a cuenta de distorsionar los hechos. Es el caso de los promotores de la eutanasia, nos presenta las situaciones más extraordinarias y difíciles, para disfrazarlas con unos motivos supuestamente humanitarios que dan lugar al derecho a controlar la muerte. No se hacen eco, en cambio, del informe del Consejo Pontificio para la Pastoral de la salud donde se solicitan centros y unidades de cuidados paliativos que, fuera del encarnizamiento terapéutico, garanticen una asistencia integral al enfermo y su derecho a una muerte digna.

El citado informe se presentó en la capital surcoreana, Seúl, que ha acogido este año los actos de la reciente XV Jornada Mundial del Enfermo, en esta edición en torno a «La Asistencia Pastoral y Espiritual a los Enfermos con Patologías Incurables. El derecho a la vida se precisa en el enfermo terminal como derecho a morir con serenidad, con dignidad humana y cristiana –apunta el cardenal Lozano Barragán-. Con los cuidados paliativos, la medicina se pone al servicio de la vida en cuanto que, si bien se sabe que no puede derrotar una grave patología, dedica las propias capacidades a aliviar los sufrimientos del enfermo terminal.

Es por lo que insiste en la necesidad de un compromiso a todos los niveles para favorecer los centros de cuidados paliativos que garanticen al enfermo una asistencia integral y su derecho a una muerte natural digna, que está lejos de encarnizamientos terapéuticos o de la tentación de la eutanasia.

No ser partidarios del encarnizamiento terapéutico nos enfrenta a la muerte. Debe quedar reflejado el testamento vital bajo un documento expreso, en cuál se manifiesta el deseo a no someterse a tratamientos que lejos de curar la enfermedad, sólo prolongan el dolor y el sufrimiento.

El caso más reciente está sucediendo ahora en Andalucía. Una mujer con distrofia muscular, necesita de un respirador, desea finalizar dignamente su vida. El proceso de la enfermedad es irreversible y la retirada del tubo respiratorio, pondrá fin a su vida. Esto no es admitir la eutanasia, es sencillamente cumplir la voluntad de una persona cuya vida no puede prolongarse si no es con medios artificiales. Su supervivencia, no hubiera sido posible en otra época donde la técnica estaba menos avanzada. En la misma línea están aquellos que habiéndoseles detectado un cáncer, no desean someterse a un tratamiento que no va a asegurar la curación, si no a dar unos cuantos años sin demasiada calidad de vida, debido a que la quimioterapia tiene efectos secundarios. La decisión, debe ser personal, y la comunidad médica no debe confundir estas situaciones con la eutanasia. Por ello es tan importante el testamento vital.

El caso de José Ramón Sampedro saltó a la palestra pública con varios reportajes y una película. En su situación, terrible sin duda alguna, no había en cambio ningún mantenimiento artificial para prolongar su vida. Lo que se llevó a cabo fue por tanto un suicidio asistido, a base de suministrarle un veneno. Para la mujer de Andalucía la Junta ha previsto un sedante con objeto de hacer más llevadera su decisión y no provocarle un fallecimiento doloroso.

Lo peligroso de legislar a favor de la eutanasia es llegar al mismo absurdo que con el aborto, donde en definitiva lo que se ha conseguido es abrir la puerta a un genocidio. Porque no se trata de casos puntuales, debidamente asesorados por profesionales, sino del comercio con la muerte por parte de quienes debieran defender la vida. ¡Menudo negocio tienen montadas las clínicas abortivas!.Todos estos movimientos son muy peligrosos, más cuando van respaldados por Gobiernos democráticos. El caso de Portugal ha sido la muestra del absurdo referéndum donde buena parte de la población no sabe qué votar y decide abstenerse. Automáticamente se da carta blanca a una minoría que decide legislar en nombre de una supuesta mayoría, que es absolutamente ficticia.

Me recuerda la situación del 18 de agosto de 1939 en Alemania, donde se obligaba a declarar a los recién nacidos con defectos físicos. Tres peritos decidían sobre la vida o la muerte del niño y extendían su autorización. El genocidio se calcula en unos 5.000 niños exterminados. Poco después Hitler dictaba normas legales que legitimaban en el ordenamiento jurídico del Nacionalsocialismo alemán, la eutanasia. Las razones de su aprobación fueron motivos supuestamente “humanitarios”, parecidos a los que se alegan en la actualidad.


1 comentario:

  1. La Iglesia ya lo pone claro: "cuidados médicos proporcionados o cuidados médicos desproporcionados". En el caso de esta chica es evidente que tantos años con un respirador ya se convierte en "cuidados médicos desproporcionados".

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