sábado, 5 de abril de 2008

Un musulmán convertido y el diálogo de sordos

En cuestión de horas el portal de Religión en Libertad ha vuelto a funcionar. Y han dejado mi post desfasado. ¡Ay, Luis Fernando cómo trabajas!. El caso es que sólo he tenido que ojear un poco uno de esos portales referentes de la heterogeneidad o pluralidad o ni se sabe qué. Y mira por donde encuentro todo un artículo de Antonio Duato, dejando a la altura del betún al Vaticano.

Y todo por qué. Pues por la conversión del periodista musulmán Magdi Allam que fue bautizado por Benedicto XVI la noche de Pascua. Que si es una provocación a los musulmanes, que si es una demostración de fuerza que echa al suelo la unidad de las religiones, también llamada ínter religiosidad. Siento mucho decir que todo eso es una majadería. No veo el motivo de tener que esconder una conversión musulmana, para no herir susceptibilidades. El respeto a las religiones no se pierde con una conversión, ni con dos, ni con tres.

Una cosa es abrir puentes de diálogo y otra diferente esconder lo más precioso que tiene la religión que es el don de la fe, de la conversión del corazón y de toda persona. Se supone que los cristianos deberíamos abrir las ventanas y proclamar alegremente ¡Aleluya, resucitó y nosotros somos testigos!. O yo no entiendo nada o el ímpetu evangelizador se ha ido diluyendo como azúcar en el agua. Para ser sustituido por un sincretismo religioso tipo Alianza de civilizaciones.

Pues mal que les pese a quienes sueñan esa epopeya, el cristiano tiene que evangelizar y convertir porque debe llevar la salvación al mundo entero. Y eso no tiene nada que ver con el respeto al resto de las religiones. ¿No fue acaso Juan Pablo II quien reunió todas las confesiones en Asís?. ¿Qué otra autoridad religiosa ha llevado a cabo proeza similar?.

Y un portal religioso, da pábulo al islamismo radical y sale en plan acusica. ¡Estarán ciegos!. Ya hay más musulmanes que católicos en el mundo. Y junto a notables autoridades religiosas moderadas son más bien mayoría quienes hacen de la ley islámica escarnio a cualquier tipo de democracia. Digamos bien alto que el Islam ni respeta a los homosexuales, ni valora a la mujer salvo para considerarla madre de sus hijos, por destacar dos temas de cruda actualidad.

Pero volviendo a lo que más me avergüenza es que no seamos capaces de ver en el gesto del Santo Padre un acto de valentía. Porque después del discurso de Ratisbona y del tema de las caricaturas de Mahoma, todos tenemos conciencia de cómo se comporta cierto islamismo. De manera que pedir una reciprocidad es lo mínimo que se puede solicitar para que realmente se produzca un diálogo.

Lo que no tiene sentido es rasgarse las vestiduras por el bautizo de un musulmán y quedar mudos ante las agresiones que sufren los cristianos en zona islámica. ¿El señor Duato ha tenido algún recuerdo para las víctimas del odio religioso que afecta a hermanos suyos en la fe?. Me temo que eso al menos merece también unas líneas.

Una tendenciosa carta de un tal Aref Alid Nayed llega afirmar que los musulmanes son adoctrinados en escuelas católicas. ¿Será en su país?. Porque como todo el mundo sabe en España nadie es adoctrinado en ninguna religión, se elige libremente.

Ahora tendremos que lamentar que el mundo musulmán se sienta mal porque un personaje que ya estaba amenazado por el Islam, decida libremente convertirse a la fe de Jesucristo. Y es que cuando no se tienen dos o tres ideas claras terminas por no saber que tu fe busca la salvación de toda la humanidad. Y eso no se consigue con mantras budistas, ni rezos sufís. Aunque pueda muy bien establecer puentes de diálogo y de respeto mutuo entre todas las religiones monoteístas.

Otra cosa es esa última hornada de exreligiosos convertidos al panteísmo que basándose en estudios de teología nos vende una new age con algunas pinceladas de cristianismo. No está de más confesar la fe en Jesucristo y dejarnos de pamplinas que sólo hacen el juego a quienes sí están dispuestos a aprovecharse de nuestra bondadosa generosidad. De momento aquí les construimos mezquitas con dinero público. Eso es diálogo, lo suyo en cambio es otra cosa diferente.

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