viernes, 30 de mayo de 2008

Lars y una chica de verdad



Termino de salir del cine con la sensación de haber visto una película profunda, disfrazada de comedia intrascendente y liviana. “Lars y una chica de verdad”, nos adentra en el complejo mundo mental de un joven aparentemente normal y profundamente desequilibrado tras una infancia desgraciada.

“Lars siempre ha sido un tipo introvertido, pero ahora es feliz junto a Bianca, una chica a la que conoció por Internet. Cuando Lars se la presenta a su hermano Gus y a su cuñada Karin, ambos se escandalizan al ver que Bianca es una Real Doll, una muñeca de tamaño real hecha por encargo. Karin y Gus piden ayuda a la doctora Berman, quien les recomienda a ellos y al resto del pueblo que le sigan el juego a Lars. Poco a poco, Bianca se convierte en una habitante más, ganándose el corazón de todos.”

La excelente relación que se establece entra la médico encargada de Lars y el entorno familiar y social de joven, ofrecen una imagen de cohesión social que no es frecuente en nuestra sociedad. Creo que todos salimos del cine con la convicción de que Lars se ha podido curar gracias a la comprensión y el amor de sus familiares y vecinos.

Dolorosa realidad la de la incomunicación de emociones, que provoca delirios y patologías en nuestra sociedad, de las que con rapidez queremos deshacernos. Es la postura del hermano mayor en un primer momento, hasta que comprueba que él mismo forma parte del problema de su hermano. Excelente trabajo la de todos los participantes de la cinta.

Se nos presenta un mundo donde cada persona convive con sus particulares rarezas y todas ellas son aceptadas por la comunidad. Suenan carcajadas en los primeros momentos de la cinta, para pasar a una enorme carga dramática que nos revuelve en el asiento, compadecidos y extrañados del fenómeno de Lars.

La religión está presente en la vida cotidiana de la comunidad y forma parte del mundo de Lars. Es una comunidad cristiana y en ella las palabras del sacerdote tienen el valor terapéutico del Evangelio. Ser útil a la comunidad aunque se trate de una Reall Doll es el objetivo principal de cada uno de los vecinos que se relacionan con Lars.

Aunque es tolerada a menores, me temo que el tema no agrade a los más pequeños y tampoco sea entendido. Pese a ser una comedia con ribetes dramáticos, el problema principal es la falta de comunicación emocional de un joven que soporta el peso de la muerte de su madre en su propio nacimiento. El sentimiento de culpa, la soledad, la falta de amor, todo le lleva hacia el delirio de esta historia con final feliz.

Ni la fotografía, ni la banda sonora han merecido mi atención. De manera que poco puedo decir sobre ambas. Pero a favor de la película, completamente delirante en su planteamiento, puedo decir que subyace una historia con un fondo moral positivo. La enfermedad mental puede y debe ser tratada por toda la comunidad, de manera que se acepte como trastorno transitorio aquellas anomalías que muchos seres llevan a cuestas. Una vida equilibrada en el trabajo y en la familia, supera cualquier contrariedad.

Animo a todos a lanzarse a la aventura delirante de seguir a Lars, que enamora y conquista al espectador desde el mismo momento de aparecer en escena.

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