jueves, 26 de abril de 2007

IRAK, una guerra enquistada


Son cerca de 4’3 millones de iraquíes desplazados desde que comenzó la contienda. Hoy se tratará en una conferencia internacional este genocidio televisado diariamente. Amnistía Internacional denuncia que Oriente Medio está al borde de una crisis humanitaria. La reunión, que durará hasta el próximo 18, ha sido convocada en Ginebra por el alto comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), y ya han comprometido su presencia más de 450 delegados de 60 países, 37 organismos internacionales y 64 organizaciones no gubernamentales.

Según un estudio del ministerio de salud iraquí, el 70 % de los iraquíes en edad de escolarización presentan síntomas de traumas psicológicos. El estudio, sostiene que en los 2.500 niños analizados se localizó al menos uno de los 10 síntomas que la Organización Mundial de la Salud (OMS) consideraba como indicativos de traumas psicológicos.

"El estudio señala el impacto de la violencia y la inseguridad en la salud mental de los niños (...) Tienen miedo todos los días", asegura Naeema Al Gasser, representante iraquí ante la OMS.
Estamos hablando de refugiados, pero pensemos en aquellos que no huyen o no pueden huir debido a las circunstancias. Son miles quienes arriesgan diariamente su vida en un territorio de guerra de guerrillas. Miles quienes no pueden realizar con normalidad la compra, el trabajo, la escuela, la asistencia sanitaria. Todo está “patas arriba”, nadie sabe por dónde estallará la siguiente bomba ni a quién afectará. Porque desgraciadamente en esta lamentable guerra civil, con un ejercito de ocupación por medio, nadie ha conseguido vislumbrar un horizonte de esperanza.

Me sorprende encontrar a personas que dicen con toda frialdad que es necesaria esta guerra. Que las víctimas son daños colaterales. Hemos refinado tanto el lenguaje y el armamento. Que mientras se nos hace la boca agua con los derechos humanos e internacionales, vemos llevar la muerte a las tareas cotidianas de una población civil.

Me gustaría que los señores de la guerra se dieran cita en los campos de batalla. Allí lejos de cualquier otra mirada, cuerpo a cuerpo como en el medioevo, que resuelvan sus diferencias. Pero por favor, dejen de fabricar armamento, de venderlo a quienes combaten y de jugar a la guerra.

El Papa Benedicto XVI no cesa de reclamar una solución urgente a esta guerra espantosa que hace saltar por los aires, autobuses, mercados, y calles por donde transita la población civil.

1 comentario:

  1. Me parece que ya estamos en el fin de los tiempos (gracias a Dios), y precisamente este supuesto mío del "fin de los tiempos" me lo insinuan los funestos acontecimientos en la tierra donde los tiempos empezaron, con Adan, Eva y la Sepiente. Nada más ni menos que, Iraq, la que fué la cuna de la Humanidad, donde estuvo el Paraiso. En estos momentos es un auténtico volcan de muerte. Algo me indica que allí se esta acabando de purgar el pecado más grande...

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