viernes, 15 de diciembre de 2006

Ande, ande, ande, que la Navidad no te espante


En estas fechas que estamos comenzando a vivir el preludio de la Navidad. Época de consumo familiar y opíparos manjares. No es posible determinar cuanto se gasta cada familia, sin faltar a la verdad. Porque cuando se hacen las estadísticas no se tiene en cuenta que unos apenas si pueden celebrarlo y otros, derrochan a manos llenas, con lo que el porcentaje estimado es más una patochada que otra cosa. Pero así y todo sirve, ya lo creo que sirve. De entrada para saber que sin dejar de comer o cenar, limitándonos a seguir un ritmo de vida normal, ahorraríamos unos cuantos euros que muy bien podrían utilizarse para construir un pozo de agua en África que abastezca a toda una población. Piénsenlo un poco, creo que fue Ghandi quien dijo “aquello que te sobra se lo has robado a los demás”. Ya saben, vamos a ir de atraco en atraco estas fechas, porque nos será prácticamente imposible vencer el consumismo, bien sea en regalos o en viandas.

Pues bien, de lo que se trata es de conmemorar la Natividad del Señor que sucedió en un establo, sin tener acomodo en ninguna posada, rodeado de la más absoluta pobreza. Y como testigos, unos simples pastores. No necesito recurrir a Internet para saber como se celebra una Navidad austera y en familia. Me lo contó mi madre, quien a su vez lo escuchó referir de la suya. Y les aconsejo que ustedes aprovechen para conocer esos datos de sus mayores. Nos podríamos remontar al momento previo a nuestra espantosa guerra civil.

Era una cena más, con algunos complementos que en aquellas fechas consistían en castañas asadas, boniatos y mazapanes, para dar un cierto grado de solemnidad a la fiesta. Luego se acudía a la misa del gallo, donde convergían todos los vecinos del pueblo. No había llegado la masificación a los poblados cercanos a las capitales, que hoy se han convertido en el cinturón económico de las mismas. No existían salidas a espectáculos, aunque seguramente los hubiera en la ciudad, pero no era costumbre frecuentarlos en aquellas fechas. Algo que se ha mantenido hasta la actualidad cuando en la Noche Buena toda la familia se reúne para cantar villancicos, sin necesidad de ser religiosos practicantes. Alguno habrá que abominará de los cánticos y tomando la potestad que le da ser padre o madre de familia, suprimirá la tradición. Pero conviene que se sepa a qué obedece ese folklore general de luces, cánticos y adornos.

¿Desde cuándo gozamos de estas Navidades consumistas?. Yo creo que fue a partir de la llegada de la televisión. Ya saben que estamos conmemorando los cincuentas años de la misma. Aunque realmente fue un poco más tarde cuando la tele entró como un electrodoméstico más al hogar. Porque en los primeros tiempos muchos se limitaban a ir a ver la televisión al bar o al casino más próximo, ya que nadie disponía de presupuesto para adquirir un bien que parecía de lujo. Llegaron entonces los pagos aplazados y el consumo se popularizó. Estamos ya en los felices setenta.

Muchos de los cambios acaecidos desde entonces se deben a la televisión: campañas Navideñas de regalos, productos gastronómico, abetos centroeuropeos que suprimieron al tradicional Belén, así como el simpático Santa Claus que viene en Navidad sin destronar a los Reyes que llegan un poco rezagados y apenas dejan disfrutar a los niños de sus juguetes.

En fin que la mayoría se adecua a los tiempos sin mayores problemas, aunque vendría bien ser más consecuentes con las creencias y dejarse de tanta zarandaja consumista. Pensemos un poco en los demás, las miles de personas que ni celebran ni celebrarán nunca la Navidad. Y recordemos a quienes hemos entrado en un nuevo año litúrgico con la llegada del Adviento, que debemos prepararnos no para consumir, sino para transformar nuestro interior.

4 comentarios:

  1. Feliz Navidad, Carmen. Procuraremos celebrar unas navidades lo menos consumistas posibles. Mis hijas, igual que tantos niños ya no tienen especiales deseos para estas fechas, quizás porque ya lo tienen todo. Una de la más funestas consecuencias del consumismo es que ya nada se desea con suficiente fuerza. Llevé a mis hijas a ver esa interesante película que es Natividad ¿La has visto? Eran los únicos niños de la sala. Se ve que los padres no ven en esta película un espectáculo adecuado para sus hijos. ¡Qué lástima porque se sea creyente o no. es nuestro referente cultural!

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  2. Sin embargo, Carmen, hace un par de días pudiste dejar un mensaje normalmente en mi blog. Éste también ha llegado sin problema aunque sin el enlace a tu bitácora. Un cordial saludo.

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  3. Me ha tocado vivir esas navidades consumistas. En efecto, nací en una familia donde mi madre me cuenta de celebraciones austeras. Sin embargo me gusta la temporada, la nostalgia y la luz que se desprende de ella; pero tienes toda la razón, cada día puedo ver más personas que traducen la navidad como buen momento para hacerse de cosas materiales, gastos gastos gastos y a continuar con la vida normal a inicios de enero. ¿A donde vamos? Constantemente me lo pregunto.

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  4. Muy bueno tu blog Carmen, me gusta la gente comprometida con La Verdad.

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