lunes, 4 de septiembre de 2006

Agentes de paz

Siempre he oído decir que “la mujer del César no sólo debe ser honrada sino parecerlo”. Ese tópico machista por la curiosa metamorfosis del lenguaje me sirve para hablar de Federico Jiménez Losantos. El locutor de la COPE admite que no cree y que no se confiesa hace 35 años.
En principio nada que reprocharle, allá cada uno con sus creencias. Ahora se comprende su crudeza de exposición, su incontinencia verbal, su soberana libertad. No tiene remordimientos ni cargos de conciencia. Pero estando como está la emisora vinculada a la Iglesia, se podría esperar más que una afinidad ideológica una afinidad de creencias, digo yo. Aquí viene lo de la mujer del César, serlo y parecerlo. Algo que a los cristianos se nos exige, no sólo hemos de creer sino que además hemos de evangelizar. Los medios están para informar, pero el cómo se informe depende de la individualidad de cada cuál. Si uno no es cristiano, ni siente ningún respeto humano hacia la difamación y la calumnia, podrá informar pero seguramente realizará esa función con unas normas éticas muy distintas de quien sí cree y además ejerce como tal.
Desde Juan XXIII con su encíclica Pacem in Terris, pasando por todos los Papas posteriores, a los medios y a los comunicadores se les llama a ser agentes de paz. A nadie se le escapa la influencia que tienen para formar o deformar a la opinión pública. De manera que tenemos periódicos de todas las tendencias, cadenas televisivas más objetivas que otras, y blogueros dispuestos a darnos su opinión sobre cualquier tema. La innegable libertad tiene esas cosas, tendencias, carencias, maledicencias y hechos objetivos. Todo en un mismo paquete.
Cuando el Evangelio nos recuerda que “los hijos de las tinieblas son más listos que los hijos de la luz”, se está reconociendo que la ética cristiana es incompatible con ciertas actitudes. Los católicos reconocemos las estrategias de “los hijos de las tinieblas”, esas que dan dinero y prestigio. Pero nos hemos comprometido por nuestra fe a mantenernos alejadas de ellas. Una razón más para que sea tan importante la revolución tecnológica, el individuo desde su hogar opina, cuestiona, e invita a la reflexión.
En la ya lejana XXXVI Jornada Mundial de las comunicaciones sociales, Juan Pablo II definió a “Internet como nuevo foro para proclamar el Evangelio”. Una manera de hacerlo consiste en mantener la ética cristiana por encima de las estadísticas de audiencias, que rebajan la calidad a favor de otras consideraciones. La COPE patrocinada por la Iglesia también debería se agente de paz, de su talante cabe esperar algo más que profesionalidad y buen hacer, según nos recuerdan los últimos Papas.

9 comentarios:

  1. cuanta razón tienes. Ese dicho nos lo pinta mas claro que ninguno. Felicitaciones y te seguire llendo porque no tienes mas que lindos escritos, saludos desde Argentina.-

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  2. La COPE de Jiménez Losantos es una basura

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  3. Muy interesante, Carmen. Lo que me sugiere tu escrito es que quien es ético para informar tiene sus propios recursos, muy valiosos, que sin embargo no pueden descender compitiendo con quienes son inescrupulosos. Seguiré visitándote.

    Saludos

    Martín

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  4. Querido Osvaldo, me metí en tu blog pero no pude dejarte un mensaje. Gracias por tu poesía y amabilidad, siempre es un placer leer a quien tiene alma de poeta. Seguiré visitandote

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  5. Soy aragonés igual que Federico Jiménez Losantos. Hace bastantes años leí su firma debajo de un artículo de crítica literaria en una revista de ámbito aragonés. No sabía quién era pero lo cierto es que aquel artículo estaba vacío, no tenía ninguna sustancia debajo de una forma engolada y soberbia. Posteriormente el personaje se fue a vivir a Cataluña. Allí le pegaron unos desalmados un tiro en la rodilla. De eso extrajo un rencor sin límites, un exacerbamiento ultraderechista en sus posiciones políticas, una incontinencia carente de ética o límites. Este periodista es la estrella en la emisora de la iglesia. ¿Realmente crees que la iglesia oficial tiene sentido moral? ¿No te parece que forman parte del entramado de poder y de digestión opípara al que están acostumbrados? Alguna vez he intentado ir a una misa aunque sólo sea como espectáculo teatral pero lo que veo allí no me convence. O decrépitos sacerdotes que ya están acabados hace tiempo y que hacen la salmodia, o sacerdotes que se han apuntado a la escuela del show televisivo. No veo en los párrocos que he observado los conflictos de conciencia que llevaron a Unamuno a escribir San Manuel Bueno Mártir o a Morris West, El abogado del diablo. Hace tiempo que la iglesia oficial ha dejado de creer en la doctrina de aquel galileo que vivió hace dos mil años. No es de extrañar que esa iglesia se apunte al negocio de las ondas, lo que es la COPE, una emisora sin moral, sin fe, sin creencia alguna. Sólo rencor y falsedad. Un fuerte abrazo, amiga.

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  6. Carmen, de nuevo gracias por visitar mi blog y por hacer tus atinados comentarios, te tiendo la mano (esperando respuesta) y bienvenida a mi mundo. Muchas Gracias... Saludos desde México.

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  7. Carmen, me llevo siempre algo nuevo de aquí, gracias mil por compartir temas tan interesantes.
    Besitos amiga

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  8. Mmmmm... con este tema mejor me abstengo de comentar y no porque tenga temor sino porque cuándo uno no conoce bien a la persona puede lastimar susceptibilidades y no es mi deseo. Como soy atea y considero toda religión el opio del pueblo- como decía Marx, mejor no digo nada. Pero quería qué supieras que he leído tu post.

    Saludos

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  9. Carmen: la ética cristiana, si nos atenemos a una idea compartida del concepto ética, puede unirnos a creyentes y no creyentes. Un ateo no tiene que ser inmorai, por ejemplo. No conozco ningun ateo que no sienta remordimientos si hace algo que puede dañar a otros. También creo que el respeto al prójimo (todo aquel que no soy yo), el amor, la compasión, la solidaridad, la amistad son valores que bien pueden impedir toda posible desavenencia entre cristianos, ateos y miembros de muchas religiones.
    Yo me adhiero a tus comentarios acerca de la ética debida a ese mal cristiano que mal realiza su trabajo de comunicador.

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